sábado, 16 de febrero de 2008

De Al Gore a Balaguer




Desde hace décadas, se hacen esfuerzos con miras a lograr un plan global que oriente con interés la necesidad de ejecutar medidas para salvar el planeta ante el deterioro visible del medio ambiente y la secuela de indicadores que determinan con claridad que estamos acercándonos a una gran catástrofe.
El principal enemigo que han encontrado estas inquietudes, es el interés particular de las naciones, especialmente de las más industrializadas, frente al interés de todos, al interés del planeta, inducidos porque las normas de estos países se impone sobre el conjunto de naciones ante la debilidad de un marco jurídico global, casi inexistente.
En ese tenor, iniciativas como las Cumbres Sobre la Tierra de Brasil y Johannesburgo, así como el Acuerdo de Kyoto, han avanzado a pasos de tortuga, toda vez que los efectos producidos por el desmejoramiento del medio ambiente impactan cada vez con más rigurosidad, y la destrucción de la capa de ozono, el calentamiento global y la proliferación de fenómenos atmosféricos en lugares donde no son costumbres, causan estragos en la población, la economía y la vida misma de las especies del planeta.
Sin embargo, el interés mueve la acción y en los últimos tiempo, ante tragedias que tradicionalmente se han dado en países tercermundistas, hemos observado que grandes medios de comunicación, cadenas televisivas y grupos de determinadas influencias en el mundo han empezado a hacer causa común con las instituciones que siempre han llevado el mensaje de alerta sin que nadie les ponga atención.
En ese sentido, hemos visto cómo la academia de Hollywood, en la 79 entrega de los premios Oscares, hizo una producción con marcado interés ecologista y en su espectáculo, sus insinuaciones, sus presentadores y por sobre todo en las mismas premiaciones, trató de llamar la atención y hacer conciencia de lo que pudiera pasar.
De allí que el documental An Inconveninent Truth, del ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, y la canción I Need To Wake Up, de la misma producción se llevaran los premios en sus respectivos renglones, poniendo en alerta a 800 millones de personas que se harían eco de las noticias que esto generaba.
An Inconvenienent Truth es un documental de vida, es un testimonio de una generación que ha sido testigo de la mayor destrucción ecológica, es un documento tan global como su propio propósito, donde el protagonista no es el ciudadano de un país en particular, es el ciudadano del planeta, que bien puede vivir en la India, en el Amazonas o en cualquier ciudad cosmopolita del mundo; que no tiene fronteras.
Y en ese documento no podía estar ajena La Hispaniola, la isla donde vivimos los dominicanos, y que compartimos con Haití; no podía faltar, porque -como bien lo fundamenta el señor Gore- no hay en el mundo un ejemplo más claro de dos grandes contradicciones: lo que se debe y lo que no se debe hacer con el planeta.
A partir del 1966, la nación dominicana, con pocos recursos pero con una voluntad política incuestionable, estableció un marco jurídico que, aunque débil, marcó el inicio de grandes propósitos.
En el 1967, el presidente de entonces, el Doctor Joaquín Balaguer, sometió al Congreso la ley que prohibía los aserraderos y las que proyectaban el fomento a la reforestación de nuestro país. Mientras esto sucedía en esta parte de La Hispaniola, la otra se debatía en convulsiones de políticas erradas y el ciudadano encontró en el bosque su medio de subsistencia, convirtiéndose en un depredador compulsivo de los bosques de ese país.
De igual manera, en la parte Este se creó la cultura ecológica necesaria, con la construcción de grandes presas y la protección de las fuentes que las alimentaban, razón por la que hoy aún tenemos ríos y agua para abastecer la creciente población, y a la misma república hermana.
Estas leyes, estos hechos y el enfrentamiento con intereses económicos establecidos que se alimentaban de nuestros bosques, viabilizó una regeneración casi imposible de imaginar, y nuestro país subió de un 8 por ciento de zonas boscosas a un 22 por ciento, nada comparable con ninguna otra nación del mundo y en contraste espectacular con la otra parte de la isla que hoy sólo tiene un 0.5 por ciento de bosques.
La República Dominicana hoy tiene una excelente ley de medio ambiente, con una Secretaría de Estado que regula el presente y futuro ecológico, en el marco de las regulaciones comunes a todo el planeta.
Sin embargo, fueron aquellas políticas las que nos preservaron el ambiente y podemos decir jubilosos ante el mundo que aunque se necesita mucho más esfuerzo, tenemos la voluntad férrea de lograr el equilibrio de supervivencia humana con la preservación de la naturaleza.
El poco tiempo que nos dedica el documental de Gore, es una eternidad como voz de los pequeños ante el mundo para lograr escucharnos en el marco de las dificultades que tenemos con Haití. Ese ejemplo casi instantáneo en ese documento que será un hito histórico es el principal testimonio de que tenemos que ser ayudados para poder ayudar al otro lado de la isla y regenerarse como lo ha hecho esta parte.
Y esto no sólo beneficiaría a la parte Oeste, sino a la isla completa y al planeta mismo, y nos permitiría -con un programa intenso de preservación de nuestras cuencas- asegurar el agua para ambas poblaciones en el futuro, con financiamientos blandos que fácilmente se pueden conseguir en los llamados Bonos Verdes, que se aprobaron en Kyoto hace ya varios años.
No podemos dejar que esta mención pase desapercibida. Debemos utilizar todos los mecanismos para hacer que nuestro país sea escuchado en esta dificultad del planeta que, en nuestro caso particular como isla, es de vital importancia.
El presidente Leonel Fernández, como voz internacional de nuestro país, debería reconocer el trabajo del señor Gore, utilizar el pequeño tiempo que nos proporcionó y hacer un llamado global para que el mundo vea que desde un país pequeño podemos poner nuestro grano de arena a la solución de un gran problema que no es de algunos, que es de todos.

POLITICA


Jones dice fortaleza liderazgo de Balaguer fue positivo para PRSC

SANTO DOMINGO.- El secretario político del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) afirmó que el fortalecimiento del liderazgo del ex presidente Joaquín Balaguer, tanto en lo interno como fuera de la organización, convirtiéndolo en un oráculo de consulta nacional, constituye una de las cosas más positivas que favoreció a esa entidad política en el 2001.
Johnny Jones entiende que el líder reformista ha puesto su sabiduría y la experiencia acumulada en el poder, el cual dirigió en seis ocasiones de manera democrática, al servicio del desarrollo y del fortalecimiento de la nación.
‘‘Balaguer es un ente de equilibrio, de moderación, como lo ha sido siempre en la oposición, y un hombre coherente con sus principios, como ejemplo y discípulo de Juan Pablo Duarte’’, agregó.
Resaltó que todas estas cualidades que se encuentran en la figura del ex presidente Balaguer es lo que motiva a muchos líderes políticos, tanto nacionales como extranjeros que visitan el país, a visitarlo en su residencia para intercambiar ideas y experiencias sobre determinados temas.
Entre esos líderes mencionó al presidente de la República, Hipólito Mejía, y a las principales figuras del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hatuey Decamps, Rafael Suberví Bonilla, Peggy Cabral, entre otros.
También citó a la cúpula del Partido de la Liberación Dominicana, el ex presidente Leonel Fernández, Reinaldo Pared Pérez, José Tomás Pérez, Euclides Gutiérrez Féliz y otros. El dirigente reformista recordó asimismo la visita que le han hecho líderes mundiales de la talla del rey de España, Juan Carlos I y los presidentes Fidel Castro, de Cuba, y Hugo Chávez, de Venezuela, así como la gobernadora de Puerto Rico, Sila Calderón, entre otros.
Jones dijo que el 2001 fue un año muy importante para esa fuerza política en vista de que se comenzó a delinear una aspiración del líder del partido de conformar una estructura partidaria colegiada que le permitiera al reformismo determinar acciones concretas en el fortalecimiento y la modernización del PRSC.
Señaló que fue un año de muchas expectativas que se cumplieron en su mayoría, como la renovación partidaria, el inicio del proceso de inscripción y reinscripción de nuevos militantes, renovación de los estatutos y la conformación de la Comisión Ejecutiva.
El secretario político del PRSC manifestó que otra cosa positiva para esa organización fue la de haber iniciado a finales del 2001 su proceso convencional para escoger sus candidatos a los cargos congresuales y municipales para las elecciones de mayo próximo, ‘‘pero sobre todo que se hizo en dieciseis provincias sin ningún tipo de trauma’’.
Manifestó que se trata de un proceso abierto, participativo, que no escatima ningún tipo de iniciativa de la minoría dentro de la organización, lo que hace que el reformismo se fortalezca para jugar un rol preponderante en las elecciones que se avecinan.
‘‘Y eso va a cosechar sus frutos en los comicios de medio tiempo, porque vamos a triplicar nuestra matrícula congresional, aspiramos a tener más de doce senadores y unas cincuenta sindicaturas a nivel nacional’’, apuntó.

Jones dice alzas en el sector construcción son preocupantes


El Ing. Johnny Jones expreso ayer la preocupación del sector construcción ante el alza de los precios de los materiales de construcción, debido a que esto llevara en el corto plazo a una disminución del mercado inmobiliario y por ende a una disminución del la producción de los empleos que genera este importante vector de la economía

Comunico que aun existiendo una taza del dólar y condiciones de macro economía estable los precios del cemento, varilla y materiales de construcción como arena gravilla y el hormigón industria han subido en el ultimo ano de manera constante y una unidad de vivienda de clase media y baja ha aumentado su precio en mas de un 30 % , muy por encima de la taza de inflación que registra el banco central que a su decir es menor de 10 %
Expreso que esto sumado a que el costo de la tierra donde se construyen estas unidades ha aumentado, pone muchas veces inalcanzable para un importante segmento de la población que ha deseado o planificado conseguir una vivienda, a no poder lograrlo.

Es necesario que el gobierno induzca una política estatal para analizar la situación del sector a ver donde puede ayudar ya que estas dificultades llegan a el momento de transición fiscal de regulaciones laborales nuevas , así como la puesta en operación la seguridad social,asi como las alzas de los deribados del petroleo lo que representa un momento de grandes retos para el sector.

Agraciadamente las tazas de interés bancarias se mantienen bajas y esto ayuda a que se pueda planificar la consecución de un vivienda para una familia joven trabajadora, pero el aumento excesivo del costo va a llegar a un momento en que se le hará muy difícil conseguirla y los pagareces no subirán por el amento de la taza pero si por el aumento del monto a financiar debido el alto costo de la unida.
Comunico que aun hay un mercado que se vende el deviviendas económicas por la fortaleza del Euro lo que permite que los dominicanos que viven en Europa puedan comprar sus viviendas con cuotas remesadas alcanzables por el cambio al peso dominicano
El vicepresidente del partido reformista social cristiano expreso sus comentarios al ser entrevistado en un programa de televisión local en la ciudad de san pedro de Macorís la que visito en compañía de Víctor Gómez Casanova, Adriano Sánchez Roa y Víctor García Santos

Dirigentes pedirian se abra el debate interno sobre alianzas en el PRSC


Un importante grupo de dirigentes del PRSC iniciaran en los próximos días una jornada nacional en procura de que se discuta a lo interno de la organización la presentación de una alianza de primera vuelta con las organizaciones que con posibilidad de éxito se diputan el poder el próximo 16 de mayo
Una fuente autorizada le comunico a este medio que el grupo ha desarrollado su estrategia partiendo de la propuesta que realizo el miembro de la comisión electoral del partido reformista y ex director de la lotería nacional el lic,Bona Rivera
Las condiciones expuestas por bona rivera son reales ,a esta fecha es imposible que la candidatura de amable repunte a los planos competitivos y la polarizacion esta dada ,por lo que antes de que los reformistas empiecen a hacer sus propios apoyos a su conveniencia individual la organización debería abrir el debate y hacer que los organismos del partido decidan. primero a conveniencia y segundo con quien se haría la alianza
Lo que pasara a partir de ahora es lo mismo que sucedió con la candidatura de Eduardo estrella en el ano 2004,que en el mes de enero rondaba os 20 puntos porcentuales en las preferencias y termino con menos del 8 % lo que ubico a las fuerzas reformistas ,teniendo mas de el 25 % de las fuerzas sociales en un lugar de partido minoritario
Estamos seguro que todo el mundo quiere el bien para el partido, entonces hay que abrir el debate y los que convenga al partido eso debe hacerse, comento la fuente
Se estima que luego de recorrer el país en lo que resta de enero el grupo pondrá su posición de manera publica y pedirá su discusión primero en la comisión política y posteriormente en la ejecutiva y el directorio nacional hasta terminar en la solicitud de una asamblea deliberativa para que se discuta libre y transparentemente el tema de las alianzara .
El primero que se ha referido a esto lo ha sido el señor bona rivera en carta publica que enviara al señor Amable Aristy Castro donde le comentaba la depresión partidaria que enfocaban todas las encuestas y la necesidad antes la avalancha de dirigentes que se están yendo al PLD ,la conveniencia de hacer un acuerdo de primera vuelta con el candidato de PRD Miguel Vargas Maldonado compartir el gobierno a partir del 16 de agostoLa solicito genero comentarios diversos del secretario genera y otros dirigentes, pero la mayoría asintió en la necesidad de que se haga a nivel interno y que esas recomendaciones se discutan en el marco de las instittucionalcominicaron que el grupo de comunicara con el presidente del partido Quique Antun,asi como dirigentes importantes de la organizacion como Jose Hazin ,Jose Enriques Sueb ,Lila Arbuequerque,Johnny Jones,Ramon Rogelio Genao,Adriano Sanchezr Roa,Noe sSerling Vazquez, Vctor Gomez Casanova,Ito Bisono,Marino Collante,Tony Gsantos,Victor Garcia santos,Jose Osvaldo Leger,Ramon Perez Martinez,Luis Toral , Joaquin Ricardoentre otros para motivar su propuesta

jueves, 14 de febrero de 2008

Johnny Jones pide escoger a Sued como vice Amable




El vicepresidente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), ingeniero Johnny Jones, pidió al licenciado Amable Aristy Castro a que escoja de inmediato como su acompañante electoral al síndico de Santiago, José Enrique Sued, por considerar atinada la decisión de los dirigentes reformistas del cibao de proponer esa fórmula
El también ex secretario general aseguró que Sued es la persona idónea para garantizar una participación exitosa del Partido Reformista en razón de que el cibao es una región que tiene un peso muy determinante en las decisiones electorales de los dominicanos en las últimas diez elecciones del país, el síndico de Santiago ayudaría al desarrollo económico y social.
“José Enrique es un candidato con condiciones gerenciales extraordinarias, con el discurso preclaro hacia los pobres y el empresariado, y con el liderazgo más arraigado de las 14 provincias del Norte, garantiza una participación exitosa y concentra para la mayoría de los norteños y toda la nación”, dijo el ex secretario general del PRSC en la época del doctor Joaquín Balaguer.
Jones se expresó en estos términos cuando visitaba a dirigentes reformistas de San Cristóbal en compañía del senador Adriano Sánchez Roa y del vicepresidente del PRSC, doctor Víctor García Santos.
Hace cuatro meses que Jones, estando junto al candidato Amable Aristy Castro, en la ciudad de Miami, le planteó a este que seleccionara de inmediato a Sued como su acompañante, a fin de arrancar con el discurso opositor y de grandes admiración popular que tiene el síndico de Santiago, pues así se lograrían los objetivos de los estrategas de estar en segundo lugar antes de terminar el año pasado.
Aunque hoy el posicionamiento del reformismo fuera más importante en el norte, Jones dijo que se debe dejar atrás la tradición que llevó el doctor Balaguer de escoger su acompañante a último momento, y que en consecuencia Aristy Castro debía anunciar a Sued para esa posición.
“El cibao sí puede, es un lema que el pueblo sabe que sale del corazón de los reformistas, por lo que algunos errores pudieran subsanarse con la decisión de adueñarnos del Norte, porque esto influiría a las demás regiones; los indecisos tienden a repartirse y este es el momento de ser más favorecidos”, dijo Jones.
El ex secretario general del Partido Reformista ha estado en los últimos tiempos haciendo recomendaciones a la candidatura de Aristy Castro, dentro del grupo denominado los reflexivos y que impulsaron la candidatura de Aristy desde las primarias, pero que ahora han mostrado su insatisfacción por la forma en que se ha manejado la campaña, tanto en la conformación de los equipos como en la estrategia.

Movilidad


-Esas son mis órdenes - le repito.

Y a seguidas le reprochó con tono enérgico y lleno de ira volviéndole a decir que se parara.

- No me voy a mover de aquí - le dijo Ramón al fornido hombre.

Este, deseando cumplir su misión en el menor tiempo, no obtemperó en pedir por tercera vez y sin la cortesía de la primera que desocupara el sillón donde estaba sentado el anciano.

- Me lo llevo con usted o sin usted - le dijo en tono amenazante. Fue una información dada de dorma molesta y por última vez.

- Usted es un fresco, y además usted está en mi casa - fue lo único que le respondió el anciano.

- Voy a terminar de hacer la mudanza.

La palabra mudanza, que retumbó en el oído del anciano, le hizo tomar una actitud soñolienta y de meditación. Se puso entonces como si estuviera soñando despierto. El recuerdo se le remontó a la infancia. El era uno de los hijos de una familia de riguroso batallar, de posición acomodada, pero aun así, sus recursos no le habían permitido comprar casa propia ni cambiar su mobiliario. Vivían en casa alquilada y constantemente tenían que mudarse, lo que verdaderamente le ocasionaba una gran decepción en su crecimiento.

Nuevo vecindario, nuevas amistades y los mismos muebles. Era un mobiliario que debía ser reconstruido después de cada mudanza.

"Mamá, mamá!", fue un grito de desesperación. Le salió para la tercera mudanza que él recordaba. Esa fue la bienvenida que le dieron en uno de sus nuevos barrios. Los más osados de los niños de allí le dieron a probar ajíes picantes diciéndole que eran cerezas.

- Ponle miel de abeja.

La hinchazón de su boca fue la primera característica del día siguiente; agraciadamente fue algo que duró poco tiempo. En el vecindario, por ese caso, le pusieron "Ramón el bocú". De eso hacía ya más de 60 años y lo estaba recordando como el primer día. Después le vinieron recuerdos más recientes, pero aun continuaba en su trance.

Fueron más de diez mudanzas antes de poderse enamorar por primera vez; esa vez le tocó en Ciudad Antigua. Allí, entre casas coloniales, conoció el amor, vivió su primer beso. Su primer encanto, pero no duró mucho.

- Mi amor, nos están pidiendo la casa, el dueño la quiere para poner un negocio con unos dentistas americanos. Dicen que nos dan dos meses para desocuparla - le dijo la mamá al padre de Ramón, un mes después de él formalizar sus primeros amores de manera clandestina con una chica del vecindario.

- Bueno, Vidal tiene una casa en las afueras de la ciudad. Es grande y tiene mucho patio. comunícales que en quince días nos mudamos.

Así murió su primera ilusión. Más de seis kilómetros de separación alejaron un amor que perduraría en su mente.

El peón de la mudanza, después de ver por unos minutos al anciano soñoliento, decidió continuar con su misión.

- Señor, lo voy a mover, no quiero lastimarlo - le repetía el fornido moreno a Ramón.

- El está como soñando - le dijo a su capataz - Déjalo; déjame hablar con la señora, quizás ella lo convenza - y se dirigió donde ella, que estaba regando unas orquídeas en el patio.

La fortaleza de la entoncación no perturba en nada el pensamiento de Ramón. El volvió a encumbrarse; era una actitud que había tomado justo cuando llegó a la casa de las afueras de la ciudad. Allí había patio, tranquilidad y se respiraba aire puro. Las guaguas del colegio lo pasaban a buscar a las seis de la mañana. Había que madrugar; para ello tenía que acostarse antes de las seis de la tarde, pues en toda la esquina quedaba una gran estancia de un general activo, y con tal suerte que sacaban a pasear unos perros San Bernardo del tamaño de caballos y todos los niños del sector le temían.

- Suerte que esto sólo duró seis meses - dijo en alta voz Ramón, lo que asustó al hombre de la mudanza.

- Llama pronto a la señora, mira a ver lo que va a hacer con el viejo, parece que está delirando.

Las mudanzas de su vida continuaron en la mente de Ramón.

De la tranquilidad pasaron al bullicio en pleno centro de la ciudad, a dos esquinas del mercado, con líneas de carros justo frente a la puerta en la acera. Pronto tuvo nuevos amigos, gracias a Dios, del mismo colegio. Allí Ramón sonrió, recordó que fue en ese lugar donde se inició en la práctiva del amor. Esta vez duraron mucho tiempo para volver a mudarse.

La concentración fue interrumpida por la señora, que descontinuó su poda de rosas en el paito para atender a su adorado marido.

- Mi amor, deja que se lleven la silla - le dijo Altagracia con voz amorosa, para traerlo a su realidad -. Ven cariño, párate por favor, que el señor tiene que hacer su trabajo.

- No me mudo, coño, no me mudo más. te dije que no me mudo más.

Fue la batería de palabras con que Ramón le respondió a Altagracia.

- No es como tú lo ves - le dijo Altagracia.

Ramón calló de nuevo en su estado de inconsciencia anímica y recordó cuando se mudó en Bella Vista. El fue el que localizó aquel chalet. Su mamá estaba orgullosa.

- Esta debe ser nuestra última morada alquilada. De aquí debemos salir para una casa propia - le dijo la mamá de Ramón al papá.

Pero no fue así, nueves meses después el teniente de la Policía que era dueño de la mansión regresaba del traslado a Jimaní. Lo había mandado para allá por mal uso de los fondos de la cafetería de la uniformada; pero había cumplido su castigo y solicitó de nuevo su residencia para vivirla.

- Mamá, encontré una casa en el sector del Millón, dile a papá para que vaya a verla - esa fue la noticia de Ramón ante la situación presentada.

- El Millón - dijo la mamá de Ramón-. Debe ser de millonarios.

- No mamá, es solo el nombre; se lo dieron porque se hizo sobre un millón de metros cuadrados. Pero allí viven maestros, empleados públicos y clase media. Además, el precio es razonable, y desde allí podríamos conseguir una segunda etapa que construye el gobierno y por fin parar este perigrinar.

La estancia allí fue duradera; las amistades fueron muchas. No cambiaron de sector en siete años, aunque dentro del mismo se hizo en dos viviendas. Ramón juró que cuando le tocara tener una familia trabajaría para comprar una casa y no se mudaría; eso era lo que no entendía ahora.

- Señor, por favor, no me ponga más difícil mi trabajo. Párese - le pidió por nueva vez.

Era una silla victoriana que tenía dos patas delanteras con la forma de las de un león, con chapados tiros de bronces en un entretejido de madera en el espaldar, la sentadera era de caoba maciza con pulgada y media; le sobresalían dos portabrazos que terminaban en forma redonda con el tallado en combinación con la pieza central del espaldar. Tenía el peso de un mueble costoso y lo delicado del diseño indicaba que era una verdadera pieza de colección. Esa era la diferencia entre los muebles de su casa paterna, que siempre eran los mismos y lo que cambiaba era la residencia.

Altagracia era una decoradora sin formación. Se había tallado una cultura de muebles adquirida en revistas especializadas y clásicas de decoración. Era una fanática de películas antiguas donde se deleitaba apreciando y comentando los mobiliarios. Cuando viajaba, su pasión consistía en visitar Antiques o ventas de garajes en ciudades geriátricas donde, por lo regular, compraba una que otra antiguedad. Sin poder evitarlo, se había hecho una adicta a la compra de mobiliarios antiguos, los cuales utilizaba para decorar su casa y desde allí venderlos. Se levantaba a las cinco de la mañana a mirar los clasificados y, algunas veces, ya a las siete de la mañana estaba tocando las puertas del ofertante, pues en el negocio había competencia, y ella no lo hacía por necesidad, sino por maña.

Ramón había cumplido su promesa. Su primer año de matrimonio trabajó como un loco, administró el mínimo centavo y con sus ahorros, a mediados del segundo año, se estaba comprando su hogar de donde no se mudaría jamás. Y así fue. Lo había logrado, pero la vida le había hecho una jugada que el no entendía.

- Ven, mi amor, te prometo que esta será la última vez - le dijo Altagracia a Ramón.

El obrero tomó su silla y la terminó de introducir en el camión. Una vez más Altagracia cumplía con su obsesión y Ramón, con sus setenta y cuatro años y su avanzado estado de Alzherimer, no comprendía.

En su casa materna, la de sus sueños, se mudaban siempre, pero los muebles permanecían igual. En su cas propia los que siempre se mudaban eran los muebles.

-Gracias, Altagracia. Dónde me siento? Por favor, será la última vez?

- Sí, mi amor- dijo Altagracia con voz melodiosa.

- Son sólo unos minutos; ya deben venir por ahí los otros muebles. Te vas a poner cómodo. Estoy segura de que te van a gustar. Tú vas a ver que preciosidades y al precio que los compré; son de locura y bla, bla, bla, bla, bla, bla, ...

De la luna al alba


Verano 5:31 am

La Luna: Regálame un crepúsculo, que estoy enamorado del Alab.
El Sol: Que ilusa eres, tú no sabes que ella es el anuncio mí, mi clarineo, mi aurora, tú no existes ya, cuando ella llega; tu luz te la doy yo en las noches para que sirvas de motivo al aullar de los lobos o para que seas sombra de brujas y duendes. Tú guías los objetivos perdidos en la belleza de un cielo estrellado.
La Luna: Egoísta.
El Sol: Egoísta yo? Yo te doy parte de mi calor y te doy la oportunidad de ser llena cuando te podría mantener siempre en cuarto menguante. Lo que pasa es que eres ambiciosa y porque estás cerca de ella crees que eres su dueña.
La Luna: Tú no me perdonas los eclipses, pero yo no tengo la culpa de ellos. Además, lo que te pido es porque estoy enamorada del Alba.
El Sol: Los eclipses te los permito yo para que te luzcas, y el Alba soy yo mismo cuando nazco, soy también la aurora cuando duermo, estás enamorada de ti misma, lo que quieres es durar más.

Verano: 5:31 a.m.

La Luna: Sí, en este tiempo duras más, y yo tengo menos oportunidad de estar.
El Sol: Y también quieres controlar eso?; no te conformas con variar las mareas, con llevar malas noticias a la creación, en huevos, en cosechar. Por qué no te enamoras de la aurora cuando nace? Por qué prefieres el Alba cuando muere?
La Luna: Muero como tú, para el hoy, pero vivo para el mañana, como tú lo haces también. Ser y estar en este caso no es lo mismo; siempre soy aunque no esté.
El Sol: Yo siempre soy y estoy, pues no necesito de nadie como tú y como tu dueña.

Verano: 5:31 a.m.

Soy el astro que da luz
en los días y en las noches
cultivando a los amantes
con la ternura y el calor a derroche.

Tú lo ves espiritual
sin embargo son afectos
que expresan con caudal
y corrigen los defectos.

Cuando duermo en las auroras
al mundo lleno de bonanzas
para contar las noches por horas
y soñar con esperanzas.

Mi despertador es el Alba
a quien quiero fraternal
porque me da la fortaleza
para el mundo yo alumbrar.

Verano: 5:31 a. m.

La Luna: Gracias por el crepúsculo:
Que bellos son, son dorados!
son lo mejor de ti.

Verano: 5:31 a.m.

I
Es una pasión tipo astral
con sueños candente de todo ser
conscientes al juntarse y desear
estar más que unidos un deber.
II
Variantes de formas al caminar
entornos colores al parecer
radiantes de formas multiplicar
confuso en dilemas para crecer.
III
Luz y sombra, concierto de amor
parece y querer sin poder ser
unirse justo al no estar
en un solo instante amanecer.

Verano: 5:31 a.m.

La Luna: Adiós.

Verano: 5:32 a.m.

El Sol: Se fué.
El Alba: Te escucho como tú mismo, somos tú y yo un solo ser, es de ti que está enamorada la Luna. Tú y yo somos un solo cuerpo, un solo corazón y una sola alma, ambos somos una sola luz, yo soy un destellos tú eres razón y calor.

Verano: 5:32 a.m.

Amor imposible de la luna al alba.
Del Alba a la Luna: Ya no estás...
Y pensar:
"Mañana tú serás la misma Luna y yo seré el Alba del otro día..."

Vuela Alto Amada Ardilla


Calificación: Ilegible

Profesora: Brunilda

Surcaba los cielos lanzando una mirada en los valles con la visula de los dioses y el resplandor del sol sobre el río. Todo era como un concierto plateado de luz. Desde allí podía contemplar el nacimiento y el final del arco iris, el verdor del bosque, el azul del cielo y el dorado de las rocas. Era la sublimidad tomada en una mirada. La humedad de la zona y la salida del sol eran señales de que empezaba un nuevo día.

Después de dos meses de torrenciales aguaceros la capota que proporcionaba el albergue rapiño empezaba a despejarse; los vuelos habían sido cortos y ocasionaron abulia en los pájaros, que que también habían cambiado el color del plumaje y los tiempos recomendaban la necesidad de aventurar la búsuqeda de otros manjares.

Ese día el ánimo del águila estaba como la altura de su vuelo, tenía deseos inmensos de recorrer todo su hábitat, de visulalizar desde lo alto hasta el más profundo de los precipicios, de renovar sus recuerdos y de compararlos con sus sueños de la pasada temporada.

El águila surcaba los cielos a la velocidad de un rayo, cuando alcanzó a ver a una huidiza culebrilla. Celebró entonces que en la ocasión no tenía qué comer, la carne de rata que le había fastidiado era la única que podía conseguirse en los cortos recorridos del invierno anterior.
Empero, había llegado un verano de aventuras y esta presa, aunque pequeña, era buena para celebrar el inico de esa temporada.
Descendió velozmente. Un solo zarpaso y despegó con sus aceradas garras en posición paralela que presionaban mortalmente al indefenso reptil. Alcanzó la altura necesaria y planeó hasta su cazuela donde desgustó, junto a su pareja, lo que le día le daba para reponer energía y contemplar lo que Dios había creado para que todos los seres vivos jamás dudaran de su inconmensurable existencia.
En el otro extremo, y a igual altura de la meseta que delimitaba el valle alto y el valle bajo, conteplaba el espectáculo una escurridiza ardilla. Hacía meses que no la veía, pero era ella, pensó. Podría ser otra, pero su pasión por aquella altura la delataba; tenía un alma de volador presa en su cuerpo de roedor.
No entendía porque la creación había así dado una visulal tan amplia de la vida. Aquellos seres habían sido creados para verlo todo en un solo plano. Sin embargo, los de su especie sólo tenían la posibilidad de ver cuervas marrones y un poco de pasto. Cuando sentían amor, como era el que ella sentía por el águila, éste le permitía poder mirar más allá de lo que la naturaleza le daba.
El olor a barro mojado y a pasto húmedo era diferente al que percibía el águila, la qu edisfrutaba más de la niebla y el aire fresco. Aquello se percibia con todos los sentidos, El espectáculo de luz, olor y sonido era el milagro que Dios había seleccionado para los seres superiores. No había distribución equitativa, pensaba la ardilla, porque hasta en la naturaleza había privilegios. No podía distinguir si su amor era por el águila o por los dotes de ésta, pero, en fin, al menos disfrutaba la oportunidad de un verano más para verla surcar los cielos.
El águila emprendió su aterrizaje hacia el valle alto a la velocidad que caracteriza su estirpe. Sus patas ( o más bien garras) en perfecto alineamiento, sus alas con el grado de inclinación correcta y su visual fijada en su próxima presa: la ardilla. Esta observó el escenario; desde su posición sólo apreciaba las garras del ave. Los rayos del sol penetraban entre sus plumas y detrás el techo azul del cielo salpicado por copos algodonados de nubes dispersas. La precisión era perfecta. La presa sería fácil. El cálculo de último momento lo determinaría un movimiento de la ardilla hacia el oeste. A unos cinco metros estaba la cueva y el águila calculó el sitio exacto del encuentro mortal.
Todo estaba listo, Sólo faltaban segundos para el zarpazo mortal, pero no sucedió así porque la ardilla no se movía hacia el lugar programado. Transportó su memoria hacia el último instante de lo que habían sido los destellos más felices de su vida, un encuentro con el ser que amaba; estaba a menos de un metro de su idilio. La mirada fija de la ardilla, estremeció al águila, que en su estancamiento, inicialmente sintió como miedo; pero después comprendio que era algo más sublime.
Tocó tierra y fijó sus ojos de ser superior sobre la ardilla. Esta no se asustó, no destiló el olor del miedo y la superioridad del águila lo percibió.
- Hola - le dijo la ardilla al águila.
El águila se confundió. Nunca había podido comunicarse con un ser distinto. Y ahora, trató de articular palabra y le salió.
- Que pasó, no me temes? Vine a llevarte.
- A surcar los cielos? - preguntó la ardilla.
El águila quiso responder con la arrogancia de poder que lleva dentro, pero su corazón se enterneció y le contestó:
- Te gusta volar?
- Daría la vida por hacerlo.- dijo la ardilla.
- Yo no soy tu amigo - le contestó el águila.
- Quién lo determinó? Tu Dios no es acaso el mismo?
- No sé - dijo el águila. - Quieres probar?
- A volar?
- Sí, claro. Pero es riesgoso. Mis garras están preparadas para apretar.
- Yo me arriesgo - dijo la ardilla.
La ardilla se aposicionó como si supiera lo que haría el águila. El ave planeó y con la suavidad y la precisión de la perfección tomó a la ardilla por su cuerpo. Lo hizo con suavidad. El águila despegó de nuevo; aleteando, y alcanzó una pequeña altura. En la altura se vislumbraba el valle. El águila se acercó al precipicio y planeó. Aumentó y disminuyó velocidad como lo había hecho durante toda su vida. Hizo giros queriendo impresionar a su nuevo amigo.
- Esto debe ser el cielo! - exclamó la ardilla.
- Para míes la realidad, es mi diario vivir. No le encuentro tanta especialidad.
La ardilla no le entendía, pero disfrutó todo el espectáculo con la satisfacción de que lo hacía con el ser que amaba.
- Te conozco desde hace tres veranos.
- A mí? - preguntó el águila.
- Si te he visto siempre surcar los cielos, bajar al río, besar el agua y volver a tu nido.
- Lo hago con un esfuerzo grande, pues tengo que moverme a muchos sitios, algunas veces riesgosos, como lo es tu mundo. Por cierto, háblame de él - le pidió el águila a la ardilla.
- Mi mundo?
- Sí. Cuando pierdo una presa que la veo entrar en las cuevas tengo un deseo inmenso de conocer su mundo. Debe ser interesante.
- Yo pensaba que no - dijo la ardilla.
- Pues ya ves - dijo el águila -. En la rutina no hay belleza, hay costumbre; en lo nuevo siempre hay deseos.
El encuentro fue duradero, pero llegó a su final.
- Debo irme- dijo el águila.- Tengo la responsabilidad de alimentar mi hogar.
El águila se marchaba, ya iba un poco lejos cuando escuchó la voz de la ardilla que le preguntó:
- Te espero?
Lo sublime de su voz, la ternura de su expresión y la mirada de la ardilla le hizo sentir una sensación que no había experimentado nunca. No sabía si tomarlo por bien o por mal. Aunque su corazón latió de satisfacción, su conciencia lo intranquilizaba, ya que su naturaleza amorosa la determinaba su monogia, y esto le proporcionó esa noche sensaciones de agrio y dulce que desaparecieron al siguiente día, cuando retumbó en su mente la última palabra que había oído de un ser diferente.
- Te espero.
Sin embargo, esa palabra se convirtió en la despedida de muchos otros días. Fue un verano interesante. La felicidad de la ardilla era radiante; había logrado su sueño. Volaba a diario. Pero lo que era mejor, esta cerca del ser que amaba. Un amor sin límites, un amor sin egoísmos.
Para el águila, su felicidad era diferente; se unía con un ser que le hacía sentir especial, que le alegraba su cotidianidad, que le mostraba lo bello que era el mundo que a él, de por vida, le había pasado desapercibido.
Con la ardilla había penetrado a lo desconocido, pero ésta le había hecho cambiar su fidelidad crónica aunque, claro, de manera carnal era imposible, pero espiritualmente lo había convertido en un ser de excepción en su género. También le había hecho entender que todo era posible. Aunque su felicidad era plena, no era total, la descripción del mundo subterráneo de la ardilla le causaba deseos inmnensos de conocerlo, pero conocía sus limitaciones y sabía que era imposible.
Un día el águila salió más temprano que de costumbre, con la reprensión de su pareja, que le requería mayor responsabilidad, y recriminándole que se había descuidado del hogar.
- Vuelvo temprano- le dijo al salir.
La ardilla lo esperó en el sitio de costumbre. Se preparaban para disfrutar plenamente; el verano estaría terminando y volvería el período de alejamiento. Surcaron de nuevo los cielos. Las molestias iniciales de la colocación de las garras en la ardilla habían desaparecido, el frágil cuerpo de ésta se había acostumbrado. Volaron alto y bajaron al río; se posaron sobre rocas y recorrieron con esplendor todo el paraíso visual.
Durante una de sus maniobras de vuelo, el águila alcanzó a ver a su pareja que se acercaba; él titubeó, lo cual fue apreciado por la ardilla. Producto del cambio, aunque no podía observar lo que miraba su amado, pudo sentir el dolor de la presión de las garras del águila. La distancia entre los dos seres voladores era cada vez menor como cada vez mayoer era el dolor de la ardilla. Ya habían traspasado los cayos formados en aquel verano y su asfixia era ya un hecho. Con su voz moribunda y con la mirada fija en el águila, que perturbado por la ocasión, hacía galas de sus instintos de cazador y fiel, entre lágrimas soltó un último suspiro.
- Siempre te amaré- le dijo.
Y con el grio final de desesperación abandonó el mundo, como siempre lo había soñado, volanto alto.
El águila llegó hasta la cercanía de su pareja, que observaba la escena con la normalidad de la rutina cumplida: su diaria misión de llevar de comer a su hogar. El águila, cuando estuvo cerca, reaccionó; entonces comprendió su realidad y, horrorizado, soltó a su ya también amado ser para sorpresa de su pareja. Entonces empezó a volar alto sin que su pareja comprendiera la situación.
Y ya en una altura fuera de lo normal emprendió su descenso de picada con la mirada fija hacia aquella cueva de ilusión. A la velocidad que nunca había alcanzado, introdujo su pico y cabeza en la cueva. Fue lo único que pudo entrar, su cuerpo moribundo quedó a la intemperie y su cabeza y cuello pudieron penetrar lo suficiente para poder percibir el olor a barro. Ante la mirada difusa de quien muere cumpliendo un deseo, alcanzó a decir:
- Yo también te amaré siempre.

Hora Lírica


El olor que se percibía era diferente al de los lunes. Ahora se sentía una combinación de olor a adolescentes sudados y tenis con necesidad de ser lavados. Era viernes, la última hora de clase. La falta de concentración hacía imposible que se hiciera con eficiencia la clase de biología de cuarto de bachillerato.

Brunilda, una maestra completa, de formación radical, de aspecto duro, infundía temor a sus alumnos; esas características no le eran compatibles con lo apoyadora y comprensiva que era con sus hijos, los que formaban parte del alumnado de aquel colegio, aunque en otros niveles.

Les impartía aquella materia de biología con la maestría que daba estarlo haciendo durante seis años. Originalmente llegó al colegio por ser la esposa de un pastor de la iglesia. Su especialidad, en realidad, era en literatura; esa materia aún la impartía en el segundo grado de secundaria de dicho centro.

Su rigidez la impuso desde el principio de año para obtener la disciplina; pero las condiciones eran difíciles. El sopor y el calor torturaban, ayudados por la transpiración de la mayoría de los varones, quienes por lo regular querían ser o eran basquetbolistas del equipo del colegio.

Se le ocurrió un día cambiar la última hora del viernes para hacer hora lírica. Consciente de los resultados y la falta de concentración de sus alumnos, no hubo en la historia del colegio mejor idea. No se comparan ni con brillar en la azotea, como le decían los alumnos; tampoco con escaparse, ni con irse de gira al zoológico ni con tocar un hora antes, como se había hecho ocasionalmente para irse a sus casas.

Algunas veces las guaguas amarillas que llevaban los estudiantes a la zona norte tenían que tocar bocinas con insistencia para completar los alumnos, pues la hora lírica se había convertido en todo un acontecimiento.

Los muchachos se pasaban la semana esperando la hora lírica de la clase de biología; fue algo que adquirió fama en el colegio y le dio popularidad a la profesora Brunilda.

Se recitaba, se componían versos. De allí nacieron las inspiraciones de Oreste Natera y de Alberto Casado. Ellos cultivaron la declamación como fuerte; en sus exposiciones fortalecieron la novela y el cuento.

"La niña que murió de amor", que José Martí compuso con desvelo, aquí rompió el récord al ser tomado como pieza para recitarlo.

Jorgito era alumno de aquella clase, pero no era visto con buenos ojos por Brunilda. Todo había sido porque era el testigo favorito de los encuentros amorosos entre los adolescentes Miguel Holguín y Maggy, la más bella de las hijas de Brunilda. Un día, al llegar a clases, antes de entrar a la puerta, había escuchado un comentario con el nombre de ésta. Pero lo ignoró. Lo que nunca pudo pasar por alto fue la risa burlona de Jorgito, quien con la multiplicación de la rigidez de la profesora, pagó durante el año escolar el pecado de él y el de Miguel al mismo tiempo. Se premiaba con primero, segundo y tercer lugar, a juicio de la profesora, las inspiraciones líricas de los alumnos.

Alberto Casado y Luis Beltré siempre estaban entre los ganadores. Mercedes Sigarán, sobresaliente, tenía una estatura fuera de lo normal, y una corpulencia que no le iba con la hermosura de sus poesías.

El Indio Duarte, un costumbrista declamador de aquella época, tal vez por primera vez, sin saberlo, había encontrado sus competidores. Todos alguna vez entraron en la combinación de los premios. Menos Jorgito. El no era poeta ni declamaba bien; no tenía la disciplina suficiente para cuando se trataba sólo composiciones. Pero tal vez sólo por su corazón de adolescente enamorado era difícil que alguna vez no consiguiera aunque sea una mención honorífica. Además, disfrutaba de la hora lírica con desvelo y siempre trataba de competir.

Era evidente, estaba pagando el precio de aquella risa juguetona y pavona con que lo sorprendió Brunilda.

En más de cuarenta horas líricas había tenido alguna participación buena; una vez fue de poesía y se apareció con una hermosísima acerca de la tierra, que era el tema elegido. Cuando todos esperaban que lo sacaran como ganador, no apareció en ninguna de las premiaciones; él mismo la recitó y lo hizo magistralmente. Pero Brunilda ni la oyó.

Admirados por la gracia de Dios,
Dos ángeles conversaban
y con palabras expresaban
todo lo divino de su creador.

Y así llevan sus ojos
a la obra más grande del Señor
que arrebatada por un traidor
remacha su gran esplendor.

Nunca más otro espíritu
podrá hacer obra tal
que aunque ya manchada está
resalta su porte divino.

Y un día liberada estará
de los ojos de aquel envidioso
dotado de malos poderes
que pronto entre llamas estará.

- A quién os referís?
Pregunta un testigo ocular

A quien más que a la tierra
dotada de partes divinas
con puntos manchados que
un día el Diablo tendrá que quitar.

Por la belleza con que la recibió, la claridad de sus expresiones y la gracia con que expuso, los aplausos fueron completos.

Alberto Casado, que lo dirigía, expresó de forma calurosa su aprobación. Miguel Holguín, que sabía que Jorgito pagaba también su culpa, lo secundó; pero no valió nada. Nada pudo evitarlo. Jorgito fue descalificado.

Otra composición que él había prestado a un compañero quedó en segundo lugar. Pero él no consiguió nunca el merecido premio. Y después de múltiples oportunidades, perdió el interés y se concentró en hacerle una competencia en el fondo del curso a su adorada profesora.

El y Gelo Holguín hacían composiciones vulgares que no podían presentar; luego se las contaban o se las recitaban en algún descuido de la rígida profesora. Allí, en aquellas peñas de competencias, se deformaban canciones. Jingles famosos de televisión se cambiaban de manera burlona.

"Ahí va Tina, a la cocina, a que le da un caldo.
-Oye Tina! Cual es el secreto para tu sazón?
Ahí va Tina cuero de cortina. A que le metan un ...
A Danny Rivera se le parodiaban sus canciones:
"En un cuarto dos amantes, conversaban de su amor, y entre sus caras de llanto detenían el reloj. Cuanto siento marcharme, tenemos que despertar, pues tú sabes que me esperan en casa, mañana te llamaré..."

Las parodias rompían los límites de la vulgaridad, pero evidenciaron talento aunque mal empleado, la famosa canción de Danny se parodiaba:

En un cuarto dos amantes
conversaban de su amor...
Esas estrofas se cambiaron por:
En un cuarto dos amantes
daban lengua sin cesar.........
............................................

El comportamiento de aquellos adolescentes tenía la justificación para sus travesuras. La profesora que debía haber sido justa ya no lo era; la fuerte se había convertido en la obstinada, actuaba por una bellaquería de la que tal vez la más culpable era su propia hija.

Allí nacieron, en esas horas líricas, muchas inquietudes, que darían fruto en la formación de aquellos muchachos; pero la obstinación de Brunilda no pudo frustrar las cualidades de los dos. O tal vez las de Jorgito, pues Gelo Holguín nunca quiso competir. No le interesba o quizás intuía que no valía la pena; se quedaron en las mascotas poesías que para un adolescente de dieciséis años eran buenas. Jorgito era un enamorado de las bellezas de la tierra y lo plasmó en su mascota.

Tierra Santa, tierra hermosa
bella flor del universo
para ti yo escribía en verso
y con lindas melodías l
o que quiero que algún día
pronto pueda suceder.

Desde el cielo una esperanza
brota siempre sin cesar
esperando que algún día
la paz al mundo pueda llegar.

Hay quienes dicen
somos haitianos, latinos o japoneses.
Lo mejor sería decir
que todos somos terrestres.

De allí salieron bellas melodías de canciones que también se quedaron en la mascota:

"Quiero hablar de un amor
que con el tiempo se ha dormido
pero que nunca de mis brazos he perdido,
hoy ha crecido mucho más,
como nunca he vuelto a amar.
He vuelto a amar
han revivido mis sentidos,
mucho amor".

Se guardaron lindas poesías como "El anillo de corozo", tierna figura de un afanoso bachiller. También "A mi madre querida, en un día de las madres", o "A ti me debo"; todas constituyeron una colección de buenas cosas que quedaron sólo en el deseo tronchado de un soñador enamorado.

No lo entendía. El no tenía la culpa de aquello. Incluso, Gelo Holguín ya visitaba la casa y sus amores tal vez hasta se consentían, sin embargo, aquella risa burlona de Jorgito que resonaba como tambores en tiempo de palos, como campanas en una misa matinal de un domingo rural, la mente de Brunilda no pudo perdonarla, y lo que era peor, en su mente aun persistía la idea de que venganza debía ser peor. Actuaba, además, motivada por las constantes competencia de la parte atrás del curso, que ya eran de conocimiento de todos los alumnos y que molestaban con insistencia a la adorable profesora.

Llegó el final del curso de biología y las notas se hicieron sentir. La nota de Jorgito no pasó de ser el mínimo para liberar el curso, pero que de ninguna manera correspondía al esfuerzo que por conocimiento de causa había emprendido. Jorgito era desaplicado pero inteligente; al ginal de las jornadas siempre se concentraba para estar entre los mejores en todas las materias.

La idea de una competencia final en la hora lírica fue compartida por todos. El examen final, que no competía para notas en la clase de biología, se llevaría dando unos temas y una semana para completarlo. Los temas fueron variados, lo podían expresar en un cuento, en un ensayo, en una pequeña novela en prosa o en versos. Pero debía tener un mínimo de cinco páginas y un máximo de veinte. en el caso de novelas se podía extender hasta treinta.

La competencia fue tremenda, los mejores recibirían premios que se anunciarían luego. Todos se concentraron en exponer de la mejor manera posible. Jorgito lo tomó poco en serio, entendía que su suerte estaba echada. Partía de que si en cuarenta y cinco horas líricas no había podido convencer a Brunilda de sus cualidades, no lo haría en esta ocasión. Llenó la formalidad y escribió una pequeña fábula de unas cinco páginas, cumpliendo así con el mínimo requerido, y que no se tendría en cuenta para exámenes. De todas maneras, sólo por cumplido, entregó el trabajo en la misma forma que la escribió; se trataba del idilio entre un águila y una ardilla, absurdo de todo sentido y Jorgito lo sabía. Es totalmente imposible que un roedor y un volador, y más el águila que es monógama, puedan aparearse como una sola pareja. Y en este caso, peor, pues el águila le era infiel con una ardilla.

No corrigió ni la ortografía ni la caligrafía, ambas eran deficientes, porque, aunque tenía una letra muy bonita, cuando escribía en letra de cajón muchas veces era un poco ilegible.

Todos entregaron y Brunilda se los llevó a su hogar. Tenía una semana para corregir. Por los rumores que habían, la competencia era fuerte y de seguro los finalistas estarían entre Luis Beltré, Alberto Casado, Mercedes Sigarán y Florila. Todos habían seleccionado el cuento para su exposición. El de Alberto era la historia de un maquinista de trenes de una zona cañera, el de Luis Beltré fue la historia de viaje al exterior. Sigarán se fue con la historia de una fan de Elvis Presley, y Florila con una cultivadora de orquídeas. Llegó el día final y Brunilda empezó de atrás hacia delante a entregar los trabajos, para que los tres finalistas leyeran delante de sus compañeros los trabajos y en ese orden entregar el ganador. Se fueron sucediendo uno a uno hasta quedar solo tres: Jorgito, Alberto Casado y Luis Beltré.

El asombro fue total, pues nadie esperaba esa sorpresa. Jorgito entre los primeros! El mismo estaba preocupado porque conocía su trabajo y, aunque el tema era bueno, una fábula, además de no ser una historia común, la desarrollaba en el deseo del águila para que su amada volara, incluyendo un trágico final de Romeo y Julieta con animales de protagonistas. Brunilda llamá a Luis Beltré a leer su trabajo, dijo que el orden no tenía que ver con el resultado. Que lo haría por orden alfabético; un trabajo hermoso fue lo que leyó. Era un historia de amor llena de pasión y con un mensaje final, que junto a la magistral forma en que lo expuso no dejó de sacar lágrimas hasta de Mercedes Sigarán, que había ya asegurado un cuarto lugar.

Luego vino Alberto Casado y narró el cuento del maquinista de la zona cañera; era costumbrista y tenía la belleza de que lo había narrado entre prosa y verso, con la facilidad que sólo Alberto manejaba. Concluía con un Guantanamera de dos voces que el maquinista, conjuntamente con un coro de cañas, cantaba y musicalizaba con y el repique de las bocinas de aquella máquina cañera.

Y llegó el turno esperado, el de Jorgito, se creía que era una forma de Brunilda pedirle excusas por su obstinada posición. Pero Jorgito se paró delante de sus compañeros y leyó el título "Vuela alto amada ardilla", género fábula y desde que intentó tratar de empezar a leer, tartamudeó. No pudo arrancar, trató de recordar lo que había escrito, pero su mente se nubló. La confusión de las letras que leía no le permitían arrancar y entonces se escuchó la voz de Brunilda que le dijo:

-Si ni siquiera usted puede leerla, cómo quiere que yo lo haga?
Y con la última palara saltó una risa parecida a la que ella tenía grabada en su mente. Entonces fue que cobró por completo, con aquella estocada, su venganza final.

Valió la pena


Otro día de tristeza para la presa Casilda Armenteros era presagiado por el zumbido de la brisa a través de los bambúes, el peculiar sonido de la lluvia sobre tehcados de zinc y el cantar de los ruiseñores con sus alas mojadas. Declarada culpable en primer grado por asesinato, había sio encarcelada desde hacía nueve días por orden del juez que llevó su causa.

El mallete sonó secamente sobre una masa compacta de madera y todo parecía que la sentencia sería semejante a la severidad del rostro del juez. Pero, para sorpresa de los presentes en la sala de audiencias, sólo impuso quince años de reclusión, cuando la morbosidad del pueblo apostaba a que serían treinta.

El Código Penal vigente ordenaba treinta años de reclusión por las características del delito. Sin embargo, el juez, en su íntima convicción, había observado que los quince años de diferencia compensarían el martirio que significó para Casilda el tiempo que le tomó poner fin a su agonía.

Entre sueños experimentaba una trsiteza dulce y sin la amargura de aquel dichoso día en que decidió terminar con la vida de Don Pedro Alcarrizo. Cuando despertaba ahí estaba el carcelero que la había hecho sentir relativamente feliz durante los nueve días de reclusión que antecedieron el dictamen del juez.

La elegancia y porte viril del carcelero la cautivaron desde el primer día en que ingresó a la presión, hasta convertirse en el único hombre al que Casilda le había tomado alguna confianza a lo largo de quince años. Ella no estaba dispuesta a permitir ni siquiera que el fantasma de tan triste situación jamás dañara la pureza de ese momento. Le encantaban las manos ágiles del carcelero cuando cubrían toda su geografía corporal y ella sentía las caricias interminables y envolventes entre el intenso olor a hombre y las insinuaciones sugerentes del varón que se disponía poseerla.
Cuando Casilda sintió otro cuerpo en su cuerpo y lo midió con el instintio, supo entonces del dilatado y descomunal valor de su contextura. Lo disfrutaba plenamente mientras más saboreaba sus carnosos labios, esos que ahora se les antojaban más pronunciados que los días procedentes.

El carcelero estaba dentro de ella y ahora el alma le funcionaba sin obstáculos, sin dolor, sin rencor. Esa misma alma se movía sobre ella con perfecta entonación y sincronizada armonía. Para cada espacio cóncavo hubo un convexo sintiendo en cada movimiento la penetración perfecta de su pasión.

Apenas fueron unos minutos supeditados a los deseos reprimidos que descendían como cataratas poco antes de sentirlo desfallecer. Llegó el clímax por primera vez hasta disminuir el espacio interno que conoció sin retrasos y en el momento oportuno.

Casilda comprendió entonces que había superado el trauma de quince años tras hacer el amor con tanta calidad y tanta entrega. Ya no s e trataba de aquel acto libinidoso; ya todo sería consagrado en su sentimiento como un acto de contricción: "valió la pena".
Justo quince minutos después de las seis de la mañana cantó el gallos y se agolparon los recuerdos inmediatos, que no así la estrujada evocación de aquel instante, que no la atormentaría jamás.
El carcelero también había sido impactado al reflejarse en la desconcertante mirada de Casilda y apreciar el monumental y definido cuerpo de una mujer de veintiocho años a la cual ofrecía un transitivo calor humano, mientras cumplía el deber de llenar el formulario de entrada a la cárcel.

Aquella muestra de comprensión del carcelero le pareció diametralmente opuesta al tratamiento que le dispensaron en la Cárcel Preventiva de Mujeres, y le dio gracias a Dios por la grata impresión recibida en la penitenciaría definitiva. Allí tendría que pasar quince años de su vida o la mitad, quizás, si observaba buena conducta, como la había motivado el juez que la sentenció.

Su mirada parecía inexpresiva, como si sospechara que una voluntad novedosa y extrapersonal dominaría su pasión, lacerada aún por la trsite remembranza que desgarró su vida.

Sería las sesis de la mañana; mientras el sol aparecía tímidamente en el horizonte, Casilda se acercó sumisa al carcelero y ahora dueño de su amor y lo besó dos veces. Su ternura rasgó el velo gris de aquella hora confundida entre la penumbra de la madrugada y la luz del sol.

Ambos se dejaron llevar por la cada vez más demandante pasión que les provocaba incontenibles e inevitables suspiros, y por un instante recordó aquel día desgraciado que Pedro Alcarrizo humilló su dignidad.
*******
Seis meses atrás

Cuando Pedro Alcarrizo agarró su gallo, un canelo de linaje ilustre y doce peleas ganadas "al tiro", presintió que el veterano ejemplar de múltiples jornadas no regresaría, pero nunca se imaginó el gallero que tenía sus horas contadas.

Ese día tomó un buche de agua y roció al animal; luego lo secó pluma a pluma, y le pasaba la mano por el lomo prolongándola hasta las plumas de la cola. Entonces lo soltó y el gallo comenzó a caminar en círculo. Al acto desató un gallo cinqueño de la traba y lo "topó" con una mano para chequear sus reflejos.

Se trataba de un ritual que empezaba los domingos en el patio de su casa, continuaba en la gallera y habitualmente finalizaba tarde de la noche en compañía de una buena hembra dispuesta a saciar sus caprichos de macho enriquecido. Esa era una conducta de más de treinta años. Si era una mujer nueva, mucho mejor. Muchas de ellas habían sido vírgenes y a más de cinco se lo había hecho en contra de su voluntad. Entre estas últimas estaba Casilda Armenteros, que ese domingo acabó con la vida de Pedro Alcarrizo.

Quince años atrás

Casilda había desobedecido varias veces la sugerencia de su madre.

- No esperes a que oscurezca niña. Baja a la rigola y busca el agua para bañarte, que ya está bueno de juegos.

La niña se columpiaba en una soga que había colgada de un árbol y amarrada a una tablita. Serían las cinco de la tarde cuando decidió bajar al río. A una distancia apreciable, Pedro Alcarrizo la vio pasar. El alcohol obnubilaba toda su cabeza y unos minutos después bajó por el sendero, estrecho y compacto, de verdoso follaje. Antes de llegar la vió completamente desnuda, con una vellosidad incipiente en su parte femenina, con unos pechos recién nacidos, turgentes, tiernos, rosados, y con las formadas curvas de una mujer que se aproximaba en ella.

Pedro se desnudó completamente antes de llegar hasta la joven. La acción tomó de sorpresa a Casildita, quien se sumergió en un silencio sordo y pesaroso. Un silencio que fue roto segundos después cuando el animal golpeó a la joven, quien no gritó porque el miedo se lo impidió.

La atrajo violentamente hacia su prostituida anatomía, no tuvo que despojarla de nada, excepto un prendedor en su pelo en forma de mariposa de plástico rosado. De inmediato se sintió en el bosque el jadeante, sostenido y primitivo quejido del placer robado.

Para Pedro Alcarrizo fue un instante; para la inocencia de Casildita una eternidad. No lo entendía, no sabía lo que había pasado, pero era doloroso, muy doloroso espiritual y corporalmente. Al término, Pedro extrajo su carnoso, enorme y aún viril miembro, que estaba sangrado, como las piernas de Casildita. Se desmontó de ella, la soltó ya saciado, y entonces ella corrió y corrió, hasta llegar, ya oscura la tarde, a su casucha de tablas de palma.

Entonces lloró, lloró impotente y desconsoladamente, con inevitables quejidos que lograba sofocar con su muñeca de trapo colocada en la boca. Pero, como si le llegase una madurez instantánea e inusitada, limpió sus piernas, humedeció su cara, enjugó sus lágrimas, y nació en aquel y aquel día el odio más grande que corazón alguno podía contener. Fue un odio que se agigantaba diariamente y que sólo murió justo cuando Casilda Armenteros mató a Pedro Alcarrizo.

****
Meses atrás

Casilda nunca supo razonar por qué la decisión de tomar una navaja para consumar su venganza. No recuerda en qué momento la tomó y tampoco sabía que el día en que se encontró frente a la Gallera Municipal su decisión estaba mentalmente determinada.

Pedro Alcarrizo llegó con sus subalternos, que cargaban más de seis ejemplares. Uno de ellos, "El buzo", lo llevaba el propio Pedro con él y al mismo le haría ese día su mejor apuesta. Era día de San Andrés y hasta el vestuario era especial en la tradicional fiesta.

Estaba sobria, su primer trago lo consumía siempre en la gallera. Venía perfumado y atildado con un sombrero de media ala; venía encima de un precioso caballo que le daba el toque señorial que envanecía su ego.

El plumaje de su paladín invicto era nuevo y diferente al gallo que, en la pasada temporada, cubrió su fama de criador de buenos gallos. En esta oportunidad salía al ruedo después de un merecido asueto, su trofeo, si resultaba triunfante, sería un retiro honorable como buen padrote.

-Gana hoy, Chulo, y a darte gusto por siempre - arengó Pedro Alcarrizo a su valiente canelo.

Su asiento permanecía reservado, como siempre, en primera. Allí tenía espacio suficiente para poder levantarse, moverse y hacer las gesticulaciones propias de ese pasatiempo, costumbre de todos estos pueblos.

Desde esos asientos, uno de los cuales ocuparía Pedro Alcarrizo, se podían ver los jugadores de clase que se despeinaban, se volvían a peinar, sacudían sus manos, vociferaban, se enredaban la soga con que amarraban los gallos y se la pasaban por la boca, por las orejas, porque entendían que les daba suerte. Eso era parte del ritual que les reducía sus energías. Tenía allí asientos de primera, junto a Pedro, el Gobernador, y alos Regidores el Turco de la tienda, y el Arrocero. Eran jugadores de plumas, no de oídas, como la mayoría de los presentes.

Cuando la ceremonia empezó, Casilda no pasó desapercibida.

- Y este hembrón? - preguntó el Gobernador a Pedro Alcarrizo.
- No sé quien es - contestó Pedro Alcarrizo.
- Debe ser nueva o anda detrás de alguien.
- Pero no hay dudas de que se ve bien la muchachona.
- Da buen caldo ese gallinón.
- Ponte en lo tuyo, para que no te hagan una fullería - acotó el Turco.
Había doble motivo para lucírsela, dos peleas habían pasado cuando entró a valla "El Buzo", el pupilo de Pedro Alcarrizo. La confusión era total, dos patadas en pleno buche del contrario.

- Diez a dos!
- Voy!
- Se duplica! - dijo otro.
Ambos eran diestros, pero el gallo de Pedro Alcarrizo era un maestro; estudiaba a su contrario. La pelea estaba en sus buenas, la emoción intensa, el bullicio insoportable y entonces, llegó la hora.

Casilda sacó su navaja en el mismo momento que "El Buzo" se elevaba y daba a su contrario un "golpe de bolsón". En ese mismo instante de emoción Casilda atravesaba la yugular de Pedro Alcarrizo, quien pataleó primero en su silla y luego en el piso, ante la emoción total de los presentes. Todos emocionados por la tremenda pelea de "El Buzo", y Casilda feliz por haber consumado su venganza.

Sólo pasaron unos instantes de confusión; después llegó la calma y el esclarecimiento de la situación. Casilda se dejó hacer presa sin ofrecer resistencia y sólo atinó a recoger del piso la traba que se llevaría como trofeo. La comparó con la que Pedro Alcarrizo dejó en el lugar el día que la anotó en sus estadísticas de macho violador.

Pedro Alcarrizo fue trasladado al dispensario médico, pero no llegó con vida. Sus últimas palabras fueron:
-Ya me acordé de ella.

***
Tomado del interrogatorio de Casilda
- Decimonovena pregunta: Desde cuándo tomó usted la decisión de matar a Pedro Alcarrizo?
- Lo odié desde aquel funesto día, pero la decisión de matarlo vino muchos años después.
- Cuándo?
- No sé, quise olvidar el hecho, pero no pude. No he podido rehacer mi vida. Me formé orgánicamente como mujer dos años después; nunca he podido estar con un hombre; muchos se me han acercado y hasta les he creído, pero cuando se acercaba la hora no podía.
- Sin embargo, usted estudió, se pudo educar y no presentó trauma.
- Sí,m me trasladé a la ciudad a los dieciocho años y me gradué de bachiller a los veintitrés años, bastante tarde, después estudié Mercadeo.
- Pero usted tiene que tener una idea. Tomó la decisión de hacerlo el mismo día que lo mató?
- No, de eso si estoy segura. Por lo menos dos años antes ya la decisión estaba tomada. Por lo aprendido en la ciudad y en el medio sabía que lo que había hecho Pedro Alcarrizo era horrendo, pero en mi interior pensaba que había sido por ignorancia, por machismo o por razones regionales y culturales. Sin embargo, hace por lo menos dos años supe que su hija había sido violada y que Pedro Alcarrizo se enfureció y quso matar al violador, entonces dejé de justificar su brutalidad, y a partir de ahí empecé a planificar.
-Planificar? Usted está consciente de que matar y planificar para matar no es lo mismo en nuestras leyes?
- Sí, lo sé. Si lo que usted quiere sacarme es que lo planifiqué, pués lo planifiqué y durante mucho tiempo, porque llegué a entender que si no lo hacía, no iba a poder vivir tranquila jamás.
- Usted dice que lo planificó durante un tiempo?
- Si, desde el momento en que empecé a comprender que esos homrbes son formados como animales en esas comunidades y que las circunstancias lo fuerzan a obrar de ese modo, pero dejé de justificarlo cuando supe que le dolió lo que le pasó a su hija.
- No fue la violación de la hija de Pedro suficiente castigo para él?
- Quizás, pero yo lo maté pensando en mí. En borrar ese fantasma de mi vida, bien o mal, pero lo logré.
- Qué más recuerda de ese día?
- Fue y es todavía el día más horrendo de mi vida, aún cuando al principio traté de olvidarlo, no pude y al final no me ha importado, porque lo siento como parte de mi vida. Es más, yo guardo los trofeos al odio que sentía por Pedro Alcarrizo, una mariposa de plástico que tenía colocada en la cabeza representa mi inocencia, y una soguita de amarrar gallos que él dejó, representa mi odio.
- Para concluir, señora Casilda Armenteros, admite usted haber dado muerte a Don Pedro Alacarrizo, con planificación, en el día citado?
- Sí, señor.

***
El día del juicio
Lloró desconsolada, más aún cuando las leyes eran claras; su confesión había desestimado las pruebas. Se ganó al juez y hasta a un abogado de oficio que había representado a la parte civil constituída, todos, pero especialmente al juez. A este le comunicó su testimonio lo doloroso que había sido la vida de una inocente, cómo cambiaría en un segundo, y sin proponérselo demostró que su vida desde aquel instante había sido una tortura y una prisión desde hacía quince años.

La sentencia
Asesinato con premeditación y alevosía, mereciendo pena máxima de treinta años, que empezó a cumplirse no el día del asesinato de Pedro Alcarrizo, sino el día de la infracción del occiso. Pero dictó quince años de prisión, sin fianza en los primeros cinco años y con posibilidad de pena reducida según comportamiento en seis años.

La sentencia fue extraña, y quizás habría sentado jurisprudencia, pero la motivación del juez fue clara. Nadie la objetó. Ni siquiera la hija de Pedro Alcarrizo, que se había convertido, por cumplir, en parte civil. Ella sufrió el juicio como si fuera Casilda, de hecho había estado allí sólo por satisfacción a su familia. Total, ella odió aquel animal quizás más que Casilda Armenteros.

***
Ese día

Pasaron cinco minutos antes que el joven carcelero se incorporara de nuevo e iniciara el camino hacia otra relación. Esta vez no fue con tanta energía, quizás hasta hubo algo de amor. Las caricias fueron tiernas, fue más largo el terminar, tan intenso como el primero, eran expertos en darse placer. Cuando él descansó de nuevo sobre ella, los orgasmos de Casilda fueron tantos y con tanto placer como no los había sentido jamás; súbitos, intensos, como no los había tenido nadie por primera vez, y allí entonces se borraron sus malos recuerdos. Mientras el carcelero dormitaba dio gracias a Dios. Entonces, como algo que salía desde muy adentro, expresó sonriente: "Valió la pena".

Pasión descarnada


Puso las manos en aquel vientre que parecía tallado por un ser superior; el color ámbar, de tonalidades perfectamente combinadas, le proporcionaba una sensación que no había experimentado nunca. El toque del vello en su más íntimo lugar le hizo quitar su vista para ir a parar a los pechos más perfectos que como hombre y como médico había visto en su vida. Lo cónico de su forma, el bronceado de su entrono, las marcas de un traje de baño con la perfecta delinecación, como si el sol se hubiese convertido en pintor, la perfección de su terminación y el rosado de sus turgentes pezones le proporcionó la braza mental que no le permitió disimular su mirada. Era un mujer perfecta.

- Qué le pasará? - pensó.

Nunca en sus veintidos años de galeno, especialista en mujeres, le había sucedido. Su profesión la llevaba como un sacerdote, pero el día de hoy no había sido así. El levantamiento del velo impenetrable que por tanto tiempo había protegido su ética y que era el apoyo a su moral, lo empezó a sentir desde que inició el cuestionario de la primera visita. El ritual se convertía en un placer reconfortante. Veinticinco años, soltera; no preguntó su profesión, pero se la imaginaba, debía ser de la rama ejecutiva. Unos espejuelos de marca promocionada cubrían sus dos hermosos ojos dorados, con una copiosa cejas y unas voluminosas pestañas que no necesitaban ni delineadores ni nada para expresar una belleza singular. Sólo el color claro de su pelo mayor le indicaba que en el nacimiento había algo artifical; pero le quedaba bien. Su nariz era afilada, sus labios carnosos, rosados y sin pintura.

Antes de desvestirse dejó un celular en el escritorio y una novela de García Márquez, señales claras, a su parecer, de su fina cultura.

Se sobrepuso. Su nerviosismo ya no era tan notorio. Chequeó las mamas, el vientre, los generales de su corazón y la invitó a pararse. Se puso la bata, ella misma se subió a la balanza para pesarse; el entre abierto de la bata le dejaba ver sus bellas formas. En la escena visual posterior, resaltaba la geografía de su cuerpo, las protuberantes laderas que deslumbraban; en ese momento se saboreó sus labios de codicia. Pero recapacitó al instante.

-Lo olvidarée, completaré el formulario ahora, ciento doce libras, algo menos de lo que aparentaba, con sus cinco pies y seis pulgadas era el peso ideal; no sólo fue ese detalle el que olvidó, muchas otras interrogantes quedaron vacías, no actubaba de manera normal.

Disimuló su excitación colocándose las manos entrelazadas delante de su bragueta. Era algo que le daba una verguenza enorme.

-Que pasará? - pensó. Yo soy un médico.

Volció a su escritorio. Ya estaba vestida. Con una pequeña escultura de un corazón que adornaba su escritorio, cubrió la foto de su familia. Algunas veces, ya lo hacía de manera mecánica, actuaba el hombre y otras veces el médico. En el fondo, eso no le preocupaba.

-Está todo bien. - le dijo.

- Y esos análisis, para qué me los indica entonces? - interrogó ella con inquietud.

-Son para completar la información necesaria. Eres virgen? - le preguntó, para descartar uno de los exámenes.

No se había atrevido a preguntárselo antes debido a su problema de excitación que no entendía.

Ella, como única respuesta frunció su ceño.

El entendió y continuó el cuestionario.

- Tienes compañero fijo?

Ella tampoco respondió.

El no insistió, lo tomó como una timidez más de la bella dama. En realidad necesitaba los datos, aunque sólo para tener referencia de su vida sexual, o talvez por simple curiosidad de una masculinidad interesada.

"Bueno - pensó- algunos exámenes tienen que ver con su conducta sexual".

-Ven cuando tengas los resultados, entonces completaremos el cuestionario - le dijo mientras le pasaba la indicación.

Ella preguntó por sus honorarios y él la remitió a su secretaria.

-Son quiniestos pesos- dijo la joven.

La esbelta joven sacó el monedero de su cartera Versace y pagó sin cuestionar el precio. Luego, de buen humor, deseó las buenas tardes.

Quedaban dos pacientes más. El día estaba lluvioso, eran casi las cinco de la tarde y él quería terminar para que no lo tomara el entaponamiento del tránsito. En pocos minutos completó los otros pacientes, eran sólo cuestión de revisar los exámenes de laboratorio.

Se quitó la bata, se lavó la cara y las manos y se peinó el pelo. Aquel día se había recordado de que era un hombre completo. Sus casi cuarenta años habían quedado atrás con la visita de la hermosa mujer. Pensó pasar por un liquor store, comprar un buen vino y algo de queso en el supermercado y completar una velada de noche lluviosa con su mujer. La melodía que salía del amplificador de su moderno teléfono le dio el toque romántico que necesitaba. "Contigo mujer, como la flor al tiempo / quiero navegar contigo al viento / porque yo soy sólo tuyo...".

-Ednita Nazario. OTI del 74 - dijo después de sonar sus dedos de satisfacción.

La lluvia aceleró y un rayo impactó en algún transformador eléctrico cercano. Bajó las escaleras obviando el ascensor y se dispuso a abrir el paraguas para caminar hacia su carro, a unos ochenta metros de la entrada. Su sorpresa fue grande cuando observó, mojándose bajo la lluvia, a la mujer que había significado tanto esa tarde.

Ella trataba de cambiar un neumático de su carro; tenía la vestimenta totalmente mojada. La blusa empapada, de fina tela, le hacía marcar los pechos movedizos. Los mismos pechos que hacía sólo veinticinco minutos él había tocado. Eso hizo que de inmediato se excitara de nuevo, recordando la acción del consultorio. Esta vez no le dio verguenza, total ya no tenía la bata puesta. Ella lo miró. El intentó ayudarla. Ella le comunicó que después de quitar el neumático dañado, había encontrado la repuesta sin aire. El la invitó a ir en su carro en busca de un gomero cercano.

El camino fue suficiente para que él hiciera una insinuación. Perdió el control, el instinto lo dominaba por completo, no vaciló, ejerció su experiencia y la indujo a lo que sus pensamientos querían. La tomó por las manos, ella respondió, él estacionó el carro, la trajo hacia él, la besó; le desabotonó el vestido y la vió prácticamente desnuda. Observó ahora como hombre aquel monumento, manipuló por completo el sillón reclinable de su moderno auto. Se separó lo más que pudo para apreciarla mejor; lo hizo con el gesto de un artista, que no quiere perder la perspectiva de la combinación de colores. El inconfundible perfume de ella se entrelazó con el de la piel curtida de su confortable nave. Era "full leather" confundido ahora con un excitante olor a sexo.

Tomó la mano de ella y la llevó a donde él había querido hacerlo desde que la vio en la camilla; en tanto, la caminó toda con sus dedods jugetones; sintiendo la tibieza y la textura de su carne, emitió un suspiro, un deseo intenso. Trató de cruzarse hacia el sillón de ella. Pero ésta, con una voz melodiosa, le dijo:

- Aquí no, por favor.

El se incorporó de nuevo al sillón. Tomó posición de conducir y puso en marcha su vehículo, manejando con una mano mientras con la otra llenaba de caricias el deseoso cuerpo de Maritza. Poco tiempo había transcurrido cuando se vio cerrando la puerta de metal que cubría el carro en un motel. La cargó desde el vehículo hasta la cama. Con la mayor excitación lo hizo, tanto como cuando era un jovenzuelo. Su última palabra fue:

-Gracias, esto me hacía falta. Tenía mucho tiempo que en menos de dos horas no lo había hecho tanto y con tanta calidad. Tampoco había tenido tan fructíferas conversaciones entre cada acción.

No sintió remordimiento ni con su mujer ni con su profesión. Ella lo ayudó mucho. Le aseguró que tal vez sin darse cuenta ella lo provocó.

Cuatro veces fue un récord de los últimos diez años. Su éxtasis lo llevó a dormir para despertar dos horas más tarde. Sólo encontró su ropa arreglada sobre la mesa de noche. La bella mujer ya no estaba allí. Su cartera estaba encima de sus pantalones y la pluma de oro que le había regalado su mujer con una nota escrita que decía:

"Sólo tomé mil pesos, son dos veces tus honorarios, yo me los gano con mayor dificultad, pero esta vez lo disfruté como nunca".

Gracias,

Maritza

Los Gritos de Mimosa




Miro aquel cuerpo que yacía sin vida y conservaba aun los atributos de lo que fue una hermosa mujer. Sus pechos descolgados eran diferentes a los que, en su recuerdo, el solo pudo tocar un día; sus muslos no estaban tan tensos y dorados como cuando los observo hacia más de veinticinco años.


Todos los de su generación habían pasado por allí, recomendados por sus padres, para el transito final de adolescentes a hombres. Todos habian contado sus aventuras con el sabor de la irrealidad, como lo soñaron. Recordó cuando su padre se acerco a su cama, al acostarse, tres días antes de la cita, le coloco la mano sobre su hombro y luego de palmotearlo dos veces le comunico la frase que no le permitió más conciliar el sueño: “por fin vas a estar con una mujer”.


Recuerdo que cambio la realidad por una ilusión. Tiene aun viva la escena de la entrada triunfal a la habitación del deseo: una cama, un abanico, una polvera, dos toallas, un espejo y una ponchera. No pude olvidar ni un solo detalle de aquel escenario lujurioso, pero lo que realmente le hubiese sido imposible olvidar eran los suspiros de mimosa.Tendida en la cama, desnuda, gemía desde el momento mismo de la entrada del iniciado. El gemido permaneció durante los seis metros de camino hacia la cama; era un suspiro entero, continuo, era un quejido profundo, como si la estuviera acariciando desde antes de su entrada.


-¡Ven. Tu eres lo más lindo!


era parte de la expresiones que acompañaban los gritos y suspiros. Otros más excitantes le continuaban a la elegancia y la belleza con que la joven la observaba. Escuchaba la representación continua de esa voz angelical de Mimosa; eso hacia que el adolescente, al desvestirse, pareciera romperse en si mismo, con una mirada incrédula y una excitación que no podía ser mayor.


Las piernas de mimosa estaban abiertas con la rigidez de una diosa del Olimpo. sus muslos, de color oro, tenían brillo que da la tensión de su piel. El olor del mejor perfume merodeaba una cabellera que cubría completamente la almohada blanca y, en el centro del objeto del deseo, con la provocación del paraíso y sus ojos color miel sin mirada fija, tenían los labios humedecidos constantemente por su lengua. Pero lo fundamental era la continuación del quejido, lo que llenaba de ansiedad al joven amante.Mimosa era una especialista en principiantes.


-¡ Ven, mi cielo, que aquí esta tu reina!.


Esas frases nunca habían sido escuchadas por un iniciado. Y el, en el supremo instante, listo para la acción, estaba elevado en cuerpo y espíritu a la más alta expresión. A tal punto que había llegado que no pudo colocar bien su emoción en el centro del huracán, cuando lo sorprendió el éxtasis mayor. Con tres sacudidas derramo todo su esperma en el dorado vientre de mimosa.Recordó como se avergonzó delante de ella, quien se levanto de la cama, limpio su cuerpo, paso la mano por su cabeza y con ternura de una amiga le dijo:-


-Eso no es nada, mi rey. Además, solo lo sabemos tu y yo. Cámbiate y cuéntale a tu padre la hermosa velada que hemos disfrutado.


Recordó como se cambio apresuradamente y como organizo su mente, después del amoroso consejo, para pasar veinticinco años mintiendo.Por allí también habían empezado a desfilar los hijos nuestros, para completar dos generaciones escuchando los gritos de Mimosa.


Ahora ella estaba en su ultima cita con el medico del pueblo. El medico la tenia impregnada en su recuerdo, no solo de su primera ocasión, sino de muchas otras, como cuando su padre lo recrimino, dos meses después de aquella cita, haberse sentado junto a ella en el butacón para seis personas. Eso no debería hacerlo, por que la sociedad de aquel pequeño pueblo lo dejaba para ella sola, el ultimo domingo de cada mes , cuando asistía a misa.


Como medico forense participo en el experticio ordenado por las autoridades para distraer el deseo propio de terminar su vida. El morbo local hasta invento historias de sus ultimas horas. Casi ningunas, por cierto, eran coincidentes. La habitación, que el no había olvidado nunca, no era la misma, estaba llena de alfombras, de libros y cuadros de una persona culta. Arriba de la mesita contigua a la cama estaban las ultimas cartas que había leído, aun cuando las fechas indicaban que hacia mucho que la había escrito. Estaba la carta al hijo que nunca tubo, a la madre que la vendió, a la sociedad que la recrimino y muchas más. En la otra mesita estaba la ultima que escribió, justo antes de morir; esa no apareció en la pruebas que las autoridades de aquel pequeño pueblo presentaron, por que la habían guardado.


Dos hora después termino la autopsia. El que había sido un hermoso cuerpo, además de abatido por los años, estaba destruido por la cirugía.


La necropsia decía: muerte por intoxicación. No había sido violada y, lo que era más extraordinario, estaba escrito allí, nunca tuvo penetración.

Meditación Suprema


Inició la práctica de una disciplina de meditación aprendida de un voluminoso libro de una secta religiosa oriental. La obra la compró para tener opción de lectura al montarse en un avión en el Aeropuerto de Estambul. Los primeros conocimientos los obtuvo precisamente en la lectura de ese largo viaje, llevándolo a tal interés que no pudo dejar de leerlo al terminar el vuelo y así lo continuó en el chequeo de migración, luego en el taxi y así en la habitación del hotel, hasta terminarlo justo dos horas antes de una conferencia sobre medicina nuclear que presentaría en un congreso de adelantados colegas en una ciudad del interior de Japón.

Su preocupación no podía ser mayor. La exposición, aunque la dominaba, había programado revisarla durante las nueve horas de anticipación con que llegaría al hotel. A la hora de la presentación se le introdujo una intranquilidad inusual que le permitió poner en práctica algunos conceptos aprendidos en dicha lectura. Pronunció una extraordinaria conferencia que fue alabada por todos los de la universidad y por los médicos asistentes. Una famosa revista de alta medicina le solicitó, incluso, los derechos de autor para publicar la conferencia. Por ese conecpto le aseguraron una cuantiosa suma de dinero.

- Fue un éxito- comentó para sí.

Era un conferencista de experiencia, pero nunca había obtenido tantos reconocimientos. Fue un laureado estudiante y un premiado profesional. Hacía de su profesión un hobbie; era un perfeccionista en todo lo que se inmiscuía. Su pasión por medicina competía sólo con su afición hacia la buena música, sin ser un profesional en ésta, pues vivía de la medicina. Había acumulado un conocimiento tal y tenía una perfección en su oído que eera capaz de confundir a cualquier aficionado cuando compartía experiencias con maestros de la disciplina. Cada nota en cada tiempo era su obstinación; en ese sentido era capaz de calcular incluso su duración. Se le conocía como un cultivador de esa cultura y siempre estaba actualizándose. Tenía tantos amigos músicos como médicos y asistía a tantos conciertos que algunas veces no sabía cuál le gustaba más. Héctor Berlioz, Giorcchino Rossini y Johannes Brahms eran sus preferidos, pero reconocía la profundidad de Mozart y Beethoven, el Danubio Azul de Strauss lo pitaba con una perfección asombrosa, y una vez The Honover Band, cuando era dirigida por Roy Goodman, le permitió interpretar El Barbero de Sevilla, de Rossini, obteniendo 8 puntos de 10 del concilio de maestros y un 10 de 10 en un grupo de aficionados.

Ahora llegaba a una nueva pasión. Los resultados de aquel libro fueron obvios. Lo tomó de nuevo y lo ley♀ con detenimiento, poniendo en práctica algunos de sus nuevos conocimientos. En todo era un perfeccionista apasionado'; en esta nueva pasión no parecía que acturaría distinto, pues se le veía la misma fuerza que con la música y la medicina.

El método sobre meditación y dominio mental del cuerpo fue puesto en práctica a diario; las jornadas fueron largas. Ayudado por sus conocimientos sbore las interioridades del cuerpo, se aprendió las direfentes formas de las posiciones para relajar el cuerpo y mejoró algunas como la posición vertical, sentado con sus piernas entrelazadas. Sin embargo, la que más le acomodaba y de la que ovtuvo mejores resultados fue la de forma horizontal, boca arriba, con el menor contacto de la espalda sobre la cama, con un apequeña inclinación de su cabeza enlazando los dedos de sus manos y colocándolos a la altura de su vientre.

Como su objetivo era siempre la perfección, utilizó sus conociemientos édicos y musciales para obtener resultados óptimos. Llegó, incluso, a unirlos en una sola disciplina. La medicina la utilizó para poner en práctica todas las partes de su cuerpo con su mente. La música la adaptó como ambientador externo y estimulador interno a través de su perfecto oído; además tomó la perfección de notas en el pentagrama y su tiempo de entrada como un reloj de meditación.

Los ejercicios los comenzaba a tempranas horas de la mañana; hacía un reconocimiento corporal externo y comunicaba las partes más lejanas con su mente. Así iba trayéndola hasta llegar al punto exacto de la meditación. El relajamiento de los pies tenía el inicio en cada uno de los dedos, de ahí se pasaba al cuerpo del pie, al tobillo, a las piernas, a los muslos, uno a uno, hasta coincidir exactamente en la zona púbica. Así también se disminuía la tensión en todas partes; la espalda de manera ideal, interna y externa, hasta llegar a la cabeza. A tal extremo llegaba en la suspensión de la tensión que al final del ejercicio parecía estar flotando en su misma cama. Ese ejercicio lo repitió inumerables veces hasta dominarlo por completo. La inclusión de sus conocimientos médicos y musicales lo llevó a la obstinación; en lo interno hizo comunicación con todos los órganos cuyas características conocía de sobra. Así llegó a que la mente actuara en funciones involuntarias del organismo, controló la velocidad de la sangre, el timepo en que un estímulo llegaba al cerebro; aceleró la digestión, controló la inyección del oxígeno en la sangre; la aumentaba o la disminuía según su gusto. Un día llegó incluso a detener el corazón; lo puso a funcionar justo cuando no le hiciera daño al cerebro. Eso lo fue logrando cada vez en mayor tiempo, debido a su control sobre la cantidad de oxígeno en el cerebro.

Dominó el olfato, la respiración, el sueño y otras funciones vitales, algunas veces de manera individual y otras veces de manera colectiva, y cada vez en mayor grado. Cuando combinaba muchos órganos utilizó siempre el oído para medir el tiempo, conjuntamente con una ambientación musical que le permitía tener contacto con el interior; utilizó notas especiales de composiciones conocidas para despertar su suprema concentración.

La combinación de órganos cada día la lograba en mayor cantidad y tiempo. Un día logró unirlo todo y despertar justo al último compás del primer movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Otro día utilizó las Cuatro Estaciones de Vivaldi para romper el récord de concentración total, terminando justo cuando se daba la última nota del invierno.

Este día completó el ambiente externo perfecto, cubrió su cama con una sábana de seda e inició la concentración de todos su órganos con su mente, y lo hizo con tal precisión que sólo pudo escuchar, en un lugar que no era su cama, cuando la voz del cura de su iglesia decía : "Su alma estará acompañando al señor". Había un ambiente donde se oía un piano tocar y mujeres que gritaban. Terminó de escuchar el funesto sonido cuando cerraron un ataúd precioso "para su dueño".