viernes, 17 de mayo de 2013


UNION ETERNA

 

Mendosa era; médico, abogado, militar y  ateo, con apenas 30 años, además de soltero y  se había enamorado de una hermosa mujer médico igual que él, que se ganaba la vida en medicina de investigación, ensayos y experimento" una perfecta científica".
 
La conoció en un curso de educación continuada que daba con el patrocinio de unos famosos laboratorio pfer.


A los tres días, al terminar el interesante seminario  Margot le había dado amores y el día después la había convencido de que una mujer que manipulaba las moléculas de la vida, aunque tuviera su fe y creyera en Dios, no podía en pleno siglo 21  entender e importar llegar virgen al matrimonio y aun cuando tenía sus dudas de que si era cierto lo que le aseguraba la convenció y al cuarto día de conocerla se convirtió en el primer hombre que en los 28 años de esta mujer la llevaba a la cama.
   

Su entrega total a la ciencia y su contradictoria forma cultural de pensar, no permitieron a nadie  cautivar  su corazón.  Su carácter de súper dotada la ponía aparentemente inalcanzable y mucho más cuando se colocaba en un podio y daba aquellos impresionantes datos de última generación de las investigaciones médicas.


Para Mendoza la  sorpresa fue tremenda pues con 32 años,  aun cuando había tenido muchas aventuras entendió que por primera vez fue el primer hombre de una mujer, cuando aparecieron esas manchas rojas en las sábanas blancas del pequeño hotel donde fueron a parar. 


Me casaré contigo, le dijo, y tomaron un calendario y anotaron una fecha. Buscaron una que apareciera antes de un día rojo en el calendario, para que todos nuestros aniversarios sean festivos y seleccionaron el jueves 30 de marzo.  De inmediato separaron su fecha en la iglesia.


Solo faltarían 3 meses para que, vestida de blanco, el hombre que la hizo mujer la llevara al altar.


Diez días antes de la boda cuando todo estaba organizado, el padre los mandó a buscar para expresarle una imposibilidad de casarlos. 


Apresuradamente se presentaron ante él.
 
 
 


—Mis hijos hemos cometido un gran error y solo ahora nos percatamos.   Para mí y la iglesia es imposible casarlos el día elegido pues ese día es jueves santo y las celebraciones de la iglesia no nos permitirían hacer la ceremonia.


-Pero padre es su error, debieron habérnoslo dicho. Todo está listo, preparar una boda en tres meses no es tan fácil. Mire a ver lo que usted hace. 
 
Tres horas después ya habían llegado a una solución el padre los casaría. En una breve ceremonia sin exclusividad de la asistente.


El novio llego al altar a esperar la que sería su bella esposa. La iglesia estaba llena de personas que él ni la novia conocía y a la llegada de la novia un pianista empezó a entonar la marcha nupcial.
 

Unos minutos después ya el padre pronunciaba la palabras mágicas "los declaro marido y mujer", y vinieron las felicitaciones de los amigos y de muchos feligreses que custodiaban los monumentos de Jesús, ya en las horas previas a su crucifixión, también lo felicitaron dentro de una fila improvisada que se acercaba a la pareja. 


El nerviosismo del sacerdote era mayor pues había accedido a esto por debilidad y si se le pregonaba mucho podía recibir la reprenda de sus superioras. 
 
  —Solo un padre rebelde hace esto aquí hoy—pensó hacia sus adentros el padre José Ramón.
 
Al final de la fila, cuando ya se daban las últimas estrofas cantadas del Ave María, los novios alcanzaron a ver una joven señora con un pañuelo morado en la cabeza que se acercaba a ellos.


Con un sutil abrazo los unió a los dos en torno a su cabeza y susurrándole muy bajito, casi imperceptible para nadie más, les dijo:
 

—Deben posponer el acto sexual!
 
El novio miró la novia con una mirada tierna y notó lo sonrojada que se habían puesto las mejillas de su esposa.
 

Y la viejita continuó:


—Y deben posponer  porque en unas hora ya es el Viernes Santo y como dicen en mi campo—dijo entrecogiendo sus hombros y fungiendo su rostro— se pueden quedar pegados! 
 
El novio la saludó, besó la amable vieja y la novia miró al novio y luego se inició la marcha de retirada de los recién casados.
     

—Que vivan los novios. 
 
 
 
 
 
La fiesta posterior se prolongó hasta la media noche, y la pareja se retiró ya al hotel donde consolidarían el acto de amor y el compromiso asumido hace tres meses de vivir hasta que la muerte los separe. 


Al cruzar el umbral de la puerta de la habitación, el novio como decía la cultura la cargó en sus brazos a su amada y ya en la cama empezó a desnudar su bella esposa. 


El primer acto fue duradero y placentero y al terminar descansó sobre ella sin quitarse de encima de su amada, al rato se motivó de nuevo y sin haberse desmontado inicio de nuevo y así nueve veces durante toda la noche. 



Con voz tímida la novia le dijo:
 
        —Parece que se dará lo que dijo la tierna mujer.


El novio sonrió y arrancó de nuevo. El movimiento y el sudor  entre sus vientre se sentía pegajoso y entre acciones y dormida se pasaron el viernes completo en una unión eterna.


Cuando definitivamente concluyó el acto por más de 36 horas seguidas, la pareja no supo si se había cumplido la premonición de la vieja mujer. 
Pero sí estaban consiente de que lo habían disfrutado como nunca!

 

UNION ETERNA

 

Mendosa era; médico, abogado, militar y  ateo, con apenas 30 años, además de soltero y  se había enamorado de una hermosa mujer médico igual que él, que se ganaba la vida en medicina de investigación, ensayos y experimento" una perfecta científica".
 
La conoció en un curso de educación continuada que daba con el patrocinio de unos famosos laboratorio pfer.


A los tres días, al terminar el interesante seminario  Margot le había dado amores y el día después la había convencido de que una mujer que manipulaba las moléculas de la vida, aunque tuviera su fe y creyera en Dios, no podía en pleno siglo 21  entender e importar llegar virgen al matrimonio y aun cuando tenía sus dudas de que si era cierto lo que le aseguraba la convenció y al cuarto día de conocerla se convirtió en el primer hombre que en los 28 años de esta mujer la llevaba a la cama.
   

Su entrega total a la ciencia y su contradictoria forma cultural de pensar, no permitieron a nadie  cautivar  su corazón.  Su carácter de súper dotada la ponía aparentemente inalcanzable y mucho más cuando se colocaba en un podio y daba aquellos impresionantes datos de última generación de las investigaciones médicas.


Para Mendoza la  sorpresa fue tremenda pues con 32 años,  aun cuando había tenido muchas aventuras entendió que por primera vez fue el primer hombre de una mujer, cuando aparecieron esas manchas rojas en las sábanas blancas del pequeño hotel donde fueron a parar. 


Me casaré contigo, le dijo, y tomaron un calendario y anotaron una fecha. Buscaron una que apareciera antes de un día rojo en el calendario, para que todos nuestros aniversarios sean festivos y seleccionaron el jueves 30 de marzo.  De inmediato separaron su fecha en la iglesia.


Solo faltarían 3 meses para que, vestida de blanco, el hombre que la hizo mujer la llevara al altar.


Diez días antes de la boda cuando todo estaba organizado, el padre los mandó a buscar para expresarle una imposibilidad de casarlos. 


Apresuradamente se presentaron ante él.
 
 
 


—Mis hijos hemos cometido un gran error y solo ahora nos percatamos.   Para mí y la iglesia es imposible casarlos el día elegido pues ese día es jueves santo y las celebraciones de la iglesia no nos permitirían hacer la ceremonia.


-Pero padre es su error, debieron habérnoslo dicho. Todo está listo, preparar una boda en tres meses no es tan fácil. Mire a ver lo que usted hace. 
 
Tres horas después ya habían llegado a una solución el padre los casaría. En una breve ceremonia sin exclusividad de la asistente.


El novio llego al altar a esperar la que sería su bella esposa. La iglesia estaba llena de personas que él ni la novia conocía y a la llegada de la novia un pianista empezó a entonar la marcha nupcial.
 

Unos minutos después ya el padre pronunciaba la palabras mágicas "los declaro marido y mujer", y vinieron las felicitaciones de los amigos y de muchos feligreses que custodiaban los monumentos de Jesús, ya en las horas previas a su crucifixión, también lo felicitaron dentro de una fila improvisada que se acercaba a la pareja. 


El nerviosismo del sacerdote era mayor pues había accedido a esto por debilidad y si se le pregonaba mucho podía recibir la reprenda de sus superioras. 
 
  —Solo un padre rebelde hace esto aquí hoy—pensó hacia sus adentros el padre José Ramón.
 
Al final de la fila, cuando ya se daban las últimas estrofas cantadas del Ave María, los novios alcanzaron a ver una joven señora con un pañuelo morado en la cabeza que se acercaba a ellos.


Con un sutil abrazo los unió a los dos en torno a su cabeza y susurrándole muy bajito, casi imperceptible para nadie más, les dijo:
 

—Deben posponer el acto sexual!
 
El novio miró la novia con una mirada tierna y notó lo sonrojada que se habían puesto las mejillas de su esposa.
 

Y la viejita continuó:


—Y deben posponer  porque en unas hora ya es el Viernes Santo y como dicen en mi campo—dijo entrecogiendo sus hombros y fungiendo su rostro— se pueden quedar pegados! 
 
El novio la saludó, besó la amable vieja y la novia miró al novio y luego se inició la marcha de retirada de los recién casados.
     

—Que vivan los novios. 
 
 
 
 
 
La fiesta posterior se prolongó hasta la media noche, y la pareja se retiró ya al hotel donde consolidarían el acto de amor y el compromiso asumido hace tres meses de vivir hasta que la muerte los separe. 


Al cruzar el umbral de la puerta de la habitación, el novio como decía la cultura la cargó en sus brazos a su amada y ya en la cama empezó a desnudar su bella esposa. 


El primer acto fue duradero y placentero y al terminar descansó sobre ella sin quitarse de encima de su amada, al rato se motivó de nuevo y sin haberse desmontado inicio de nuevo y así nueve veces durante toda la noche. 



Con voz tímida la novia le dijo:
 
        —Parece que se dará lo que dijo la tierna mujer.


El novio sonrió y arrancó de nuevo. El movimiento y el sudor  entre sus vientre se sentía pegajoso y entre acciones y dormida se pasaron el viernes completo en una unión eterna.


Cuando definitivamente concluyó el acto por más de 36 horas seguidas, la pareja no supo si se había cumplido la premonición de la vieja mujer. 
Pero sí estaban consiente de que lo habían disfrutado como nunca!

 

UNION ETERNA

 

Mendosa era; médico, abogado, militar y  ateo, con apenas 30 años, además de soltero y  se había enamorado de una hermosa mujer médico igual que él, que se ganaba la vida en medicina de investigación, ensayos y experimento" una perfecta científica".
 
La conoció en un curso de educación continuada que daba con el patrocinio de unos famosos laboratorio pfer.


A los tres días, al terminar el interesante seminario  Margot le había dado amores y el día después la había convencido de que una mujer que manipulaba las moléculas de la vida, aunque tuviera su fe y creyera en Dios, no podía en pleno siglo 21  entender e importar llegar virgen al matrimonio y aun cuando tenía sus dudas de que si era cierto lo que le aseguraba la convenció y al cuarto día de conocerla se convirtió en el primer hombre que en los 28 años de esta mujer la llevaba a la cama.
   

Su entrega total a la ciencia y su contradictoria forma cultural de pensar, no permitieron a nadie  cautivar  su corazón.  Su carácter de súper dotada la ponía aparentemente inalcanzable y mucho más cuando se colocaba en un podio y daba aquellos impresionantes datos de última generación de las investigaciones médicas.


Para Mendoza la  sorpresa fue tremenda pues con 32 años,  aun cuando había tenido muchas aventuras entendió que por primera vez fue el primer hombre de una mujer, cuando aparecieron esas manchas rojas en las sábanas blancas del pequeño hotel donde fueron a parar. 


Me casaré contigo, le dijo, y tomaron un calendario y anotaron una fecha. Buscaron una que apareciera antes de un día rojo en el calendario, para que todos nuestros aniversarios sean festivos y seleccionaron el jueves 30 de marzo.  De inmediato separaron su fecha en la iglesia.


Solo faltarían 3 meses para que, vestida de blanco, el hombre que la hizo mujer la llevara al altar.


Diez días antes de la boda cuando todo estaba organizado, el padre los mandó a buscar para expresarle una imposibilidad de casarlos. 


Apresuradamente se presentaron ante él.
 
 
 


—Mis hijos hemos cometido un gran error y solo ahora nos percatamos.   Para mí y la iglesia es imposible casarlos el día elegido pues ese día es jueves santo y las celebraciones de la iglesia no nos permitirían hacer la ceremonia.


-Pero padre es su error, debieron habérnoslo dicho. Todo está listo, preparar una boda en tres meses no es tan fácil. Mire a ver lo que usted hace. 
 
Tres horas después ya habían llegado a una solución el padre los casaría. En una breve ceremonia sin exclusividad de la asistente.


El novio llego al altar a esperar la que sería su bella esposa. La iglesia estaba llena de personas que él ni la novia conocía y a la llegada de la novia un pianista empezó a entonar la marcha nupcial.
 

Unos minutos después ya el padre pronunciaba la palabras mágicas "los declaro marido y mujer", y vinieron las felicitaciones de los amigos y de muchos feligreses que custodiaban los monumentos de Jesús, ya en las horas previas a su crucifixión, también lo felicitaron dentro de una fila improvisada que se acercaba a la pareja. 


El nerviosismo del sacerdote era mayor pues había accedido a esto por debilidad y si se le pregonaba mucho podía recibir la reprenda de sus superioras. 
 
  —Solo un padre rebelde hace esto aquí hoy—pensó hacia sus adentros el padre José Ramón.
 
Al final de la fila, cuando ya se daban las últimas estrofas cantadas del Ave María, los novios alcanzaron a ver una joven señora con un pañuelo morado en la cabeza que se acercaba a ellos.


Con un sutil abrazo los unió a los dos en torno a su cabeza y susurrándole muy bajito, casi imperceptible para nadie más, les dijo:
 

—Deben posponer el acto sexual!
 
El novio miró la novia con una mirada tierna y notó lo sonrojada que se habían puesto las mejillas de su esposa.
 

Y la viejita continuó:


—Y deben posponer  porque en unas hora ya es el Viernes Santo y como dicen en mi campo—dijo entrecogiendo sus hombros y fungiendo su rostro— se pueden quedar pegados! 
 
El novio la saludó, besó la amable vieja y la novia miró al novio y luego se inició la marcha de retirada de los recién casados.
     

—Que vivan los novios. 
 
 
 
 
 
La fiesta posterior se prolongó hasta la media noche, y la pareja se retiró ya al hotel donde consolidarían el acto de amor y el compromiso asumido hace tres meses de vivir hasta que la muerte los separe. 


Al cruzar el umbral de la puerta de la habitación, el novio como decía la cultura la cargó en sus brazos a su amada y ya en la cama empezó a desnudar su bella esposa. 


El primer acto fue duradero y placentero y al terminar descansó sobre ella sin quitarse de encima de su amada, al rato se motivó de nuevo y sin haberse desmontado inicio de nuevo y así nueve veces durante toda la noche. 



Con voz tímida la novia le dijo:
 
        —Parece que se dará lo que dijo la tierna mujer.


El novio sonrió y arrancó de nuevo. El movimiento y el sudor  entre sus vientre se sentía pegajoso y entre acciones y dormida se pasaron el viernes completo en una unión eterna.


Cuando definitivamente concluyó el acto por más de 36 horas seguidas, la pareja no supo si se había cumplido la premonición de la vieja mujer. 
Pero sí estaban consiente de que lo habían disfrutado como nunca!

 

cuento AMOR SIN FRONTERAS


Médicos sin fronteras

AMOR SIN FRONTERAS

Camile había pasado las navidades más felices de sus 20 años de vida.  Nunca había sentido la intensidad del amor,  y por primera vez su corazón palpitaba a mayor velocidad y su piel se engranujaba cuando Junior su amado la miraba y trataba de pronunciar su nombre en un idioma que él no dominaba, que no conocía y que no intentaría aprender.   

 —Para que quiero aprender francés? le dijo Júnior un día.  Total si te amo y ya se decir Je t'aime con esa gracia de quien cambia de pronunciación labial a gutaral,  y que no puede fácilmente expresar lo que siente, arrastró la e para decir— Je t'aime Camile.

 Junior era un joven médico de 22 años que realizaba la pasantía, cuyas características le daban un toque deferente a su rostro: de pelo y ojos muy negros, piel blanca y cejas copiosas.  Sus amigos decían que su toque era angelical, y aquellos que le envidiaban, decían que tenía un toque diabólico. 

Tenía gracia cuando hablaba, cuando miraba o gestionaba sus brazos, pero lo que más cautivó a Camile fue la linda forma en que bailaba.

 

 

                —Pareces bailarín en vez de médico.

—Lo soy—le contesto Junior con una mirada pícara, mientras daba vueltas sobre sí mismo en la pista de aquel club social de la Ciudad de Santo Domingo.

 Junior era de clase social alta igual que camile.

 Camile era una hermosa mulata, poseedora de una piel perfecta, de ojos color café de un tamaño impresionante.  Bailaba con gracia y hablaba el español con ese acento francés que cautivaba a Junior y todos los que la escuchaban, vivía en Port -a Prince y se estaba pasando las navidades con su padre, un empresario riquísimo de Haití y su madrastra, una bella dominicana apenas 10 años mayor que ella.

 Habían pasado ya 6 días desde que camile había regresado de Haití y Junior no dejaba de pensar en ella ni un segundo.  Tenía que buscar trabajo, pues ella era la mujer de sus sueños.

 Eran las 5 de la tarde del Martes 12 de Enero.  Acababa de salir del hospital donde laboraba, cuando al entrar a una estación de gasolina y al desmontarse sintió un pequeño mareo.  Miró a su alrededor y observó que la secretaria del edificio de la bomba expresaba muy exaltada:

—Tembló la tierra. Tembló la tierra.

—Yo lo sentí—dijo un transeúnte.

—Misericordia Señor!—expresó una anciana que vendía quinielas mientras se arrodillaba.

 Junior solo sintió un mareo, terminó de llenar el tanque de su vehículo y cuando se puso en marcha una vez más, escuchó en la emisora de radio de más rating una noticia que conmovió su corazón : acaba de ocurrir un temblor en Port a Prince de 7.4 en la escala de Richter, tenemos amenaza de Tsunami.   

Junior detuvo su carro y tembloroso marco el teléfono celular de Camile, para escuchar el siguiente mensaje:

"Lo sentimos todos los circuitos están ocupados".

Sin darse cuenta,  había pasado más de una hora allí detenido, tiempo en el cual Junior trataba de comunicarse con todos los teléfonos sin obtener resultados.  Luego de varios intentos, una amiga de Camile tomó el teléfono por unos segundos, y alcanzó a decirle que la ciudad estaba destruida, que era un caos total.  Y casi de inmediato se cortó la comunicación.

 Junior revisó el asiento trasero de su carro y allí estaba su bata de médico y su estetoscopio. Dirigió su vehículo hacia el oeste. Como de manera instantánea había cruzado más de tres ciudades. Mientras, sus pensamientos estaban enfocados en Camile.  Eran ya las 10 de la noche, cuando llegó a Jimaní,  la frontera más cerca de Port a Prince.

Las sirenas de las ambulancias se sentían en todo aquel poblado.  Los alcaldes de la ciudad de Santo Domingo, desde la República Dominicana, habían brindado su ayuda de manera espontánea y fue el país que tuvo la respuesta más rápida del mundo.

Junior se colocó su bata y sin pensarlo, se montó en una ambulancia que llegó desde Haití con varios heridos, cruzó la frontera con el mejor pasaporte: El pasaporte de la solidaridad.

—¿Cómo la encontraré?—Pensó a sus adentros.

Pero su mente repasó cada conversación de ella.

—Tú también bailas muy bien—le había contestado.

—He aprendido a bailar merengue de oídos, aunque mi padre no me deja.  Vivo al lado de la Escuela Nacional de Baile y la pista da a la ventana de mi habitación y desde allí observo. He aprendido un poco.

Junior después de recordar la conversación, tenía una pista de cómo llegar a Camile.  Tenía la esperanza de encontrarla viva y sana.  Estrecharla en sus brazos y besarla para demostrar su amor. Un amor que no tenía fronteras.

Eran las 2 de la mañana cuando llegó en una ambulancia a Port a Prince.

—Esta ambulancia ha estado transportando heridos, pero sin criterio.  Que bueno que hayan puesto un jefe.  Mi nombre es Efraín—dijo el chofer.

—Que bien, ¿usted habla francés?—preguntó Junior.

—No señor, francés no,  pero ese es el idioma de los ricos.  Aquí se habla creole. Y de eso yo se mi señor—dijo Efraín.

—Qué bueno! Pregunte donde queda el Conservatorio de Música. Y mi nombre es Junior. Que bueno que mi Dios me puso a trabajar con usted.

—A su orden mi señor.

—Hey, ¿por dónde queda el Conservatorio de Música?—preguntó en creole Efraín.

—No hay paso. Es bien cerca. Solo dos cuadras. Pero por ahí no quedo nada todo se derrumbó.

Junior ya estaba lloroso.  Y las escenas que dentro de la oscuridad se podían ver eran dantesca pero el sonido de dolor era más espeluznante.

—Tengo la misión de rescatar personas de esa área.

—Lo que usted diga señor, pero ya la ambulancia no llega más para delante.

—Bueno seguiré solo hasta llegar allá si tiene que regresar hágalo, que yo, si puedo, regreso en otro vehículo.

                —No mi señor, yo no lo dejo solo. Ambulancias hoy sobran. Mañana será un día grande.

Eran casi las 5 de la mañana cuando a pie y dejando la ambulancia a una cuadra. Junior llego a una montaña de escombros de lo que fue el Conservatorio de Música.

Al lado había una casa destruida, de lo que entendía era la casa de Camile.

—Pronto amanecerá. Doctor no sé en realidad que busca, pero yo lo ayudaré.

—Busco la mujer que amo.

Los rayos del Sol se hicieron sentir casi a las 6 de la mañana. Escenas de sangre, destrucción y dolor en lengua extraña a los oídos de Junior.

Subiéndose sobre los escombros, Junior gritaba desesperado: Se subió sobre los escombros

—Camile, Camile. Camile mi amor ¿Yo estoy aquí donde andas?

El dolor no dejaba escuchar nada. Con sus propias manos Junior quitaba escombros y a toda voz a todo pulmón gritaba “Camile, dónde estás?”  Efraín también preguntaba por Camile en creole.

Ya el Sol radiaba a plena capacidad y Junior no había parado de llamar a Camile sin obtener resultados.

 A las 11.30 Se mañana. Se sintió otro fuerte temblor y hubo un momento de silencio, durante el cual algunos escombros se movieron por si solos y se escuchó una voz débil que dijo: Junior mi amor, Junior.

Junior lo escuchó.

—Es mi Camile! Está aquí!!

Cuatro horas después a pura mano, y ayudado con unos troncos que estaban cerca, Junior logró liberar a Camile.  Estaba muy débil, pero estaba con un médico que la amaba. La montaron en la ambulancia y justo a las 5:00 PM, hora dominicana, cruzaban la frontera, al igual que el día anterior.

—¿Mi amor, cruzaste la frontera por mi?

—Si mi vida.  Para el amor no hay fronteras. Y si existe la frontera en el idioma, voy a aprender francés. Me quedaré a ayudar en tu país.

 Nueve meses después ya Camile se había recuperado de los golpes que recibió en el terremoto. Junior consiguió trabajo para una ONG internacional y trabajaba en un programa de control de malaria en un hospital donado por Cuba, ubicado al Norte de Haití.

Los padres de Camile habían muerto en el terremoto. 

Un amigo de los felices esposos, Camile y Junior, se presentó un día en la casa donde ellos compartían sus vidas, y cuando Camile lo vio en la puerta, presintió que algo malo sucedía.  Hacía varios días que no sabía Junior, quien se encontraba ofreciendo su ayuda en una zona rural, y en esos días el cólera acababa de anunciarse como epidemia en todo el país.  

Camile miró a el médico amigo de Junior cuando le llegó la noticia.

—Junior llegó muy enfermo al hospital ayer, estaba en una misión en las montañas, se infectó de cólera y se descuidó.  Llegó muy deshidratado,  en estos momentos estamos luchando por su vida.

—¿Dónde está mi Junior?  Ahora me toca a mí salvarlo.

Tomaron el vehículo, 40 minutos después Camile estaba en el hospital.  El cuerpo de Junior ya no tenía vida. Su cuerpo se había transformado y su ojos que aún no habían sido cerrados. Tenía la mirada perdida.

—No pude llegar a tiempo mi vida. No pude salvarte como tú a mí—Y cantó como lo hacen sus paisanas antes el dolor:

                               "El amor no tiene idiomas

Ni tampoco fronteras.

Pero desgraciadamente

Las enfermedades no tienen fronteras"

 Entonces se quitó la mascarilla sanitaria que tenía en su cara se acercó muy lentamente después de pedir a su amigo que la dejara un minuto a solas con el cadáver. Cuando la puerta se cerró   empezó a cantar como hacían las personas de su país ante el dolor, en francés y en español. Después de terminar varias canciones y llorar copiosamente su dolor,  se acercó a su boca de su amado y lo beso.  Permaneció con sus labios junto a los de él por un buen rato.  Y luego le susurró en español una canción, la cual había aprendido y traducido al francés también.

 

"Espérame en el cielo corazón”

 

Espérame en el cielo corazón

si es que te vas primero

Espérame que pronto yo me iré

Allí donde tú estés

Espérame en el cielo corazón

si es que te vas primero

Espérame en el cielo corazón

Para empezar de nuevo

Nuestro amor es tan grande

y tan grande que nunca termina

 

Attends-moi dans le cœur ciel

si vous passer en premier

Attendez, je vais bientôt